Pablo Casado afronta una nueva etapa en el PP en la que los sectores influyentes del pasado han desaparecido prácticamente por completo. Primero fue el adiós de Soraya Sáenz de Santamaría, su principal rival en las primarias del partido, y esta semana ha sido la marcha de María Dolores de Cospedal. Los «sorayistas» en el Congreso de los Diputados están desactivados, sin ánimo ni fuerza para protagonizar nada parecido a una corriente interna. Y los «cospedalistas», algunos bien integrados en la estructura del partido, han perdido de la noche a la mañana a su mentora.
En el equipo de Casado están convencidos de que la marcha de Cospedal reforzará al partido ante las urnas. No tanto en las elecciones autonómicas de Andalucía como en las próximas convocatorias. La contundencia del presidente del PP al censurar cualquier conducta reprochable y al exigir ejemplaridad a todos los populares «ha consolidado su autoridad dentro del partido y su liderazgo», según sostienen fuentes populares.
Para el PP era de la máxima importancia eliminar cualquier duda sobre sus compromisos en esta nueva etapa. Lo dijo Casado en Huelva:«Mi único compromiso es con los afiliados del PP». La nueva generación de populares que se ha hecho con los mandos en Génova querían demostrar que el partido se encuentra «en una etapa absolutamente distinta», y el caso de los audios de Cospedal y Villarejo sirvió para que se viera con claridad. «Los ciudadanos tenían que ver que las actitudes dentro del partido han cambiado, que vamos a ser inflexibles, que no vamos a pasar ni una, sea quien sea el protagonista», explican los «jóvenes rockeros» del PP, como se refiere Casado a sus compañeros de Madrid. Varios de ellos hablaron con él días atrás para manifestarle su inquietud ante lo que se estaba conociendo en los audios de Villarejo.
«Días terribles»
«Han sido días terribles. Nos vimos en el pasado otra vez, y hablamos con Pablo para decirle que Cospedal tenía que salir, por el bien del partido», comentan. «Debíamos demostrar a todos que las cosas se hacen de otra manera en el PP». La salida de Cospedal fue «respetuosa» en ambos sentidos, según señalan. «Pablo no quiere ser Atila, y además los afiliados aprecian a Cospedal y su labor como secretaria general, pero la situación era ya insostenible».
Con la renuncia de Cospedal, primero a su puesto en el Comité Ejecutivo Nacional del PP y luego a su acta de diputada, el partido envía este mensaje a la sociedad:«No tenemos nada que arrastrar del pasado. Estamos en una nueva etapa». Las influencias de la vieja etapa se han extinguido.
Casado no es amigo de grandes cambios internos o de revoluciones traumáticas. El partido que ha formado, y que los populares no tienen reparo en llamarlo «nuevo PP», está ahora «unido como una piña», y muy centrado en los retos inmediatos, como son las elecciones en Andalucía, o ayer mismo el congreso del PP catalán.
En los planes de Casado no está acometer ningún cambio en el partido o el Grupo parlamentario Popular tras la marcha de Cospedal. Fuentes próximas a Casado aseguran que el líder del PP cuenta con cada uno de los nombres que eran afines a Cospedal, como contó con todos los que apoyaron a Santamaría. «Quiere un solo partido unido, con independencia del origen de cada uno», remarcan.
Los nombres de Cospedal
En ese sentido, fuentes de Génova aseguran que Cospedal solo pidió a Casado que contara con Vicente Tirado, su mano derecha en Castilla-La Mancha, en la dirección nacional del partido. Tirado es ahora mismo número cuatro del PP, como vicesecretario de Política Autonómica y Local. El nombramiento de Dolors Montserrat como portavoz del PP en el Congreso «fue exclusivamente de Casado», así como su decisión de contar con Isabel García Tejerina como vicesecretaria, o de contar con Rafael Catalá como secretario de Justicia. Todos ellos eran próximos a Cospedal, así como Juan Ignacio Zoido, también en la estructura de partido y número uno del PP por Sevilla en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre. «Han sido nombramientos de Casado y no los va a tocar», insisten en el entorno del presidente del PP, que rechazan la idea de que haya «sectores» en el partido. «Ahora todos somos de un mismo sector, el de Pablo», subrayan.