En los últimos años, y con permiso de Heidi Klum, las fiestas de los Gerber-Crawford han cobrado fama de ser las mejores cuando se trata de celebrar Halloween. La noche del viernes, casi una semana antes de la jornada de marras, Cindy Crawford recibió en la sede de Casamigos, en Beverly Hills, a una buena nómina de músicos, actores, modelos, empresarios y celebrities de todo cuño.
Por allí se vieron a Harry Styles, Charlotte McKinney, Zoe Kravitz, Olivia Munn, Paris Hilton... Pero, por encima de todos, destacaron una impresionante Cindy Crawford ataviada como Debbie Harry (cantante del grupo Blondie) y su ahora famosísima hija Kaia, la modelo del momento a quien costaba distinguir bajo una peluca negra en su afán por parecerse a la Riot Grrrl original, Joan Jett. Completó su estilismo con unos pantalones de cuero, camiseta de Aldous Huxley y botas Dr. Martens.
El marido de Crawford, Rander Gerber, emuló a David Bowie cuando era Ziggy Stardust. Y su hijo Jett Gerber, por su parte, no le dio demasiadas vueltas y puso el toque rockero a su «disfraz» con unos cuantos tatuajes y un pañuelo de pirata en la cabeza.
Cindy Crawford, además de anfitriona, fue quien acaparó todos los flashes de los fotógrafos convocados. A su caracterización de Debbie Harry no le faltó actitud ni un bolso con un teléfono rojo en la mano, como homenaje al tema «Call me».
Las fiestas de Halloween en Casamigos son ya una tradición. La marca de tequila, que en 2013 fundaron George Clooney, Rander Gerber y Mike Meldman, consiguió posicionarse en el mercado de bebidas alcohólicas con una rapidez inusitada y una fortaleza que permitió una de las operaciones de venta más sorprendentes de los últimos años: en 2017, la multinacional Diageo desembolsó 700 millones de dólares.
Pese a que Casamigos ya está en otras manos, el marido de Cindy Crawford sigue muy vinculado a la marca, organizando los mejores saraos de Beverlly Hills en su sede.
