El Gobierno de Mauricio Macri no es a la Iglesia lo que fue el de Cristina Fernández y eso, se nota. Los desencuentros o las tensiones entre el Ejecutivo argentino y el clero se suceden con Francisco en el Vaticano. El último episodio, de una serie difícil de entender para muchos argentinos (y extranjeros) , tuvo como protagonista a la familia del sindicalista Hugo Moyano que buscó –y encontró- el manto protector de la Iglesia cuando la justicia la acecha por corrupta.
La peregrinación del patriarca del sindicato del camión, con su hijo Pablo (el fiscal pidió su detención) y un grupo de opositores (muchos en lista de espera en el banquillo) a la basílica de Mercedes Luján, el fin de semana pasado, se transformó en algo muy parecido a un mitin contra el Gobierno encabezado por el arzobispo Agustín Radrizzani, que pidió un cambio de modelo económico.
Las declaraciones de Pablo Moyano, el hombre que tensó demasiado la cuerda o el cordón umbilical con la Iglesia, pusieron al Pontífice en apuros al advertir que «sin la venia del Papa» no hubiera sido posible la misa que cerró los actos, bajo el lema «Pan, Paz y Trabajo». Las reacciones y reproches a la Iglesia no se hicieron esperar y provocaron que el presidente del Episcopado, Oscar Ojea, tuviera que salir a poner paños fríos (diario Perfil). «El Papa no tiene informes diarios sobre lo que hacemos en la Conferencia Episcopal porque no tiene tiempo» dijo antes de añadir, «no tengo la menor idea de si el Papa estaba informado» sobre lo sucedido en Luján.
Quiero desmentir absolutamente que el Santo Padre esté manejando cosas de este tipo. Somos nosotros los que vemos cuál es el camino que facilita la promoción del diálogo. Debemos lanzarnos a la aventura del diálogohttps://t.co/eVK8RolcQV— Monseñor Oscar Ojea. (@oscar_ojea)
22 de octubre de 2018
Miguel Lifschitz, gobernador de Santa Fe (una de las tres provincias más importantes por detrás de Buenos Aires y Córdoba), opinó: «No está mal que la Iglesia dialogue con los sindicalistas» pero «no es bueno que tome partido de coyunturas políticas». Con los ánimos bastante más caldeados, Waldo Wolff, también diputado de la coalición de Gobierno, escribió en su cuenta de Twitter: «Religión, poder, corrupción, política, fascismo. Qué puede salir mal?». Las críticas también partieron de una agrupación en los antípodas del pensamiento de Macri: El Partido Obrero. Su principal referente, Néstor Pitrola, definió lo sucedido en Mercedes Luján como una marcha del «moyanoKirchnerismo”», algo «vergonzoso».
Más serena pero dolida, la diputada oficialista Paula Oliveto, escribió: «Tenemos sindicalistas enriqueciéndose a costa de sus trabajadores. La Iglesia no tendría que haberse prestado a semejante acto de extorsión con ellos en primera fila». Posteriormente, con el periodista Luis Majul lamentó: «Esa movilización y ese apoyo no se podrían haber realizado sn que el Papa lo supiera… Eso es triste porque es mi pastor».