La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, disolverá, casi con toda seguridad, este lunes el Parlamento andaluz y anunciará la celebración de elecciones autonómicas anticipadas el domingo 2 de diciembre. Y lo hará por su interés personal y estratégico, para marcar distancias con Sánchez y evitar la sentencia de los ERE.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, debería de hacer lo mismo disolviendo las Cortes y convocando elecciones generales en diciembre y en coincidencia con las andaluzas, sobre todo después del ultimátum de Torra. Pero no lo hará porque está emborrachado de poder y porque teme que la momia de Franco le gane el pulso y no pueda consumar la exhumación de los restos del dictador antes del 2 de diciembre.
El adelanto de los comicios andaluces está cantado y es fruto de un pacto y un golpe teatral de ruptura de la coalición PP-Cs en el Parlamento andaluz por parte de Susana Díaz y Albert Ribera. Porque a los dos les conviene este primer gran ensayo electoral en el tiempo de Sánchez para ver si sale mal parado el PP de Pablo Casado por la escasez del liderazgo de su presidente andaluz Juanma Moreno Bonilla, el que apoyó, por orden de Javier Arenas, a Soraya Sáenz de Santamaría en el reciente Congreso del PP.
Además a Díaz le conviene celebrar las elecciones antes que se publique la sentencia del juicio de los ERE y prefiere ir sola a los comicios y no a la par de las elecciones generales (como ha ocurrido otras veces) porque insiste en marcar sus distancias con Sanchez en el PSOE. Y para aprovechar la crisis en el seno del Podemos andaluz desde donde Teresa Rodríguez mantiene malas relaciones con Pablo Iglesias.
Pedro Sánchez ha convocado un Consejo de Ministros en Sevilla para el día 24 de octubre, lo que anuncia que se celebrará en plena campaña electoral andaluza, y ha trasladado desde Moncloa a la sede central del PSOE de la calle Ferraz a su experto electoral Ivan Redondo, lo que constituye una señal de que Sánchez está poniendo en marcha el aparato electoral.
Pero da la impresión de que la fecha del 2 de diciembre le parece a Sánchez demasiado cerca porque solo habrá cumplido seis meses en el poder (con su lío ministerial) y no habrá tenido tiempo de cumplir sus promesas políticas con las que llegó a la Moncloa.
Empezando por el ‘diálogo’ catalán que de momento está roto, y siguiendo con sus anhelados Presupuestos de 2019 con más gasto social lo que le va a obligar a prorrogar los Presupuestos de 2018 de Rajoy. Y a anunciar un sin fin de impuestos de todo pelaje. La última ocurrencia es la de un impuesto a la compra de acciones para cargarse la inversión y el crecimiento.
Y menudo fracasado sería para Sánchez ir a las elecciones generales el 2 de diciembre si no ha conseguido antes exhumar la momia de Franco lo que se convertiría en motivo de escarnio y en una victoria póstuma del dictador.
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