Cada seis años son muchas las voces que insisten sobre quién será el próximo secretario de la Defensa Nacional. Ninguna ha acertado.
¿Por qué?
Simple. Es una decisión única y exclusiva de quien será el próximo presidente.
Todos, absolutamente todos los esfuerzos que alguien o algunos quieran imprimir en ello serán estériles. La designación del secretario de Defensa solamente le debe corresponder a quien será, por mandato constitucional, comandante supremo de las fuerzas armadas mexicanas, ya que no debe existir espacio para que alguien o algunos —insisto— crean que la decisión se debe a ellos y no a quien será el presidente.
La confianza, la lealtad y, sobre todo, la efectividad entre el presidente y su secretario de Defensa debe ser recíproca.
Al igual que en el caso de la Secretaría de Marina, llegar a ser alto mando militar o naval es una aspiración natural de todos los que ingresan al Heroico Colegio Militar o a la Heroica Escuela Naval Militar, de todos, sin distinción.
Los generales de división que tienen oportunidad de ser secretarios de la Defensa han demostrado una disciplina que debe reconocerse. Los militares sí aprenden de sus errores, por lo que es de llamar la atención la campaña mediática contra el general Alejandro Saavedra.
Ricardo Raphael, pluma importante en este país, publicó el jueves pasado en El Universal un texto donde la rudeza, en verdad, es innecesaria. Y lo es debido a lo refutable de su contenido. Más allá, no es desde las tribunas que tenemos algunos donde se va a decidir quién será el próximo secretario de la Defensa. Quien caiga en ese juego, simplemente está condenando a perderlo.
Todos los generales de división que tienen oportunidad de ser secretarios tienen las capacidades y habilidades necesarias para comandar al Ejército y la Fuerza Aérea. Todos pueden darle fortaleza al proyecto de nación que tenga el próximo presidente.
Aquí no hay privilegiados.
Para todos los generales la lealtad es un valor que debe llevarse con honor.
Quien intente desvirtuar el honor estará mal aconsejando a Andrés Manuel López Obrador.
México necesita de un general y un almirante que le demuestren al mando supremo militar el porqué de su naturaleza. Esa demostración debe ir acompañada de la importancia que tienen las fuerzas armadas mexicanas en el concierto internacional y su impacto positivo en todos los sectores de este país.
No traicionen al próximo presidente.
¡No conviene!
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