Ha pasado en esta legislatura ya casi gastada de ocupar un escaño en la bancada de Ciudadanos (Cs), comandada por Juan Marín, a tener un recorrido propio como diputada no adscrita y asistir en calidad de tal al choque de sus ex compañeros con los socialistas de Susana Díaz.
¿Qué opina de la ruptura del pacto Cs/PSOE-A?
Todo es un teatrillo. Quieren apuntalar lo que tienen porque están bajando en intención de voto y luego reeditar el pacto 2.0, tras éste que ha sido el 1.0. Cs quiere elecciones antes de que acabe de explosionar el «efecto Casado –Pablo, el nuevo líder del PP–» y a Díaz le da igual, porque si no gobierna con Ciudadanos lo hará con Podemos, con los que estoy segura de que ya han hablado en secreto.
¿Y qué le parece que hayan justificado el divorcio por incumplimientos en regeneración democrática?
–Me he tenido que reír. He sido testigo durante casi tres años de las puestas en escena y los golpes de pecho de Marín y de sus discursos de cara a la galería cuando la realidad es que aquí no ha habido regeneración ninguna. Si Cs no hubiera estado en el Parlamento lo mismo hubiera dado porque no ha facilitado en nada la vida de los andaluces ni tampoco la regeneración. Y la decisión de romper no la ha tomado el Comité Ejecutivo Nacional que han celebrado en Málaga, sino Albert Rivera, quien habrá llamado a tres o cuatro antes para comentárselo, entre los que dudo que esté Marín.
¿Usted también miró para otro lado a veces en materia de corrupción?
Cuando estaba en Cs insistí mucho en que se cumpliera el ideario y luego, como diputada no adscrita, he preguntado muchas veces por qué los partidos no cuelgan las cuentas en sus páginas webs o por las remuneraciones de los cargos orgánicos, siempre sin respuesta más allá de 'que es algo en lo que hay que ponerse todos de acuerdo' o que 'quedaba un año por delante'... Lo que se firmó con el PSOE era artificio para justificar el apoyo. Muchas medidas no eran cosas que pudiera hacer realmente el Gobierno andaluz.
¿Se retira de la política?
No hice nada para ser diputada, más allá de que alguien me pidió que me presentara de número 3 en las primarias porque no había una mujer que tuviera seis meses de antigüedad en el partido, lo reconozco. Llegué por casualidad, lo recibí como un regalo y lo suelto igual. No soy ambiciosa y tengo mi trabajo al que volver. No me he plegado y creo haberles enseñado que la dignidad de uno no tiene precio.