Las manifestaciones realizadas por estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de México en días pasados en las que expresaron su indignación, impotencia y exigencia de ¡ya basta! por los altos niveles de violencia e inseguridad que se viven en el Valle de Toluca, son una llamada más de las tantas que han hecho diversos sectores sociales por erradicar ese clima de intranquilidad que priva en la zona.
La marcha estudiantil también exigió el esclarecimiento de los femenicidios registrados en lo que va del año, entre ellos los tres cometidos contra alumnas de la máxima casa de estudios; uno en febrero, otro en mayo y el más reciente el del sábado de la semana anterior, en Ocoyoacac.
Esa indignación e impotencia de los estudiantes la viven también sus padres y los familiares de las víctimas, que jamás volverán a ver a sus hijas cuando los responsables continúan libres y sin castigo. “Ni una más”, fue el clamor de los manifestantes.
Lo ocurrido con estas expresiones prueba una vez más que hasta el momento no han dado resultados en el Valle de Toluca, ni en muchos municipios, las políticas contra la inseguridad y que la delincuencia sigue creciendo, peor aún ante tanta impunidad son cada vez más y peores delitos.
Los hechos hablan por sí solos y con eso tiran los discursos oficiales de que la incidencia delictiva ha bajado y que ahora hay más espacios libres para el uso y disfrute de la sociedad.
La pregunta es ¿por qué empeñarse en una situación que no es real? La respuesta es porque quienes son los responsables de garantizar la seguridad pretenden justificar su trabajo con argumentos jurídicos y cuantificables. No así con la realidad que vive la sociedad en cada momento.
Hoy en día los delitos se cometen a cualquier hora. Peor aún, no se respeta a las víctimas ya sean niños, adultos o personas de la tercera edad. Se les trata con mucha saña y si tratan de defenderse son ejecutados.
Para estos hechos y evidencias no hay discurso oficial capaz de convencer que hoy se está mejor que hace un año o un lustro. La realidad está a la vista y contra esto no hay otra que aceptar que se han equivocado en las políticas, o bien, que ha faltado voluntad real para combatir con eficacia a la delincuencia.
A las manifestaciones estudiantiles precedieron otras de diversos sectores sociales, que desde hace más de 15 años cuando se desató la violencia han hecho el mismo clamor. Seguridad y justicia. Ni un muerto más.
El grito ha sido único desde entonces hasta ahora y la respuesta a lo largo de todos estos años es la misma, que se está mejor que en el pasado. Pero la sociedad no lo percibe así y eso es lo que se debe atender con eficacia y no con discursos.
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