Hago un paréntesis en el tratamiento del tema de la Reforma Educativa y las consultas sobre la materia que están en curso. Abordaré otros asuntos que han llamado la atención en los últimos días: la situación que se vive en la UNAM y lo que recientemente ocurrió en algunas escuelas Normales.El pasado 3 de septiembre fueron agredidos, en las cercanías de la Torre de Rectoría, estudiantes que protestaban por la falta de seguridad en el plantel del CCH Azcapotzalco. La acción fue realizada por un grupo de porros que están plenamente identificados y ya se están tomando medidas, que esperamos sean suficientemente fuertes y efectivas, parafrenar estos brotes de violencia en la principal universidad del país.
No es nuevo el fenómeno del porrismo o la existencia de grupos de choque que responden a intereses de fuera o dentro de las propias instituciones. Pero no por ello debe verse como algo normal. De ahí la importancia de que los estudiantes reaccionaran con rapidez para organizarse en contra de la violencia y de quienes la propician. Miles respondieron a la convocatoria para marchar en Ciudad Universitaria y hacer sentir su presencia con demandas concretas y paros parciales en escuelas o facultades, apoyados por estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad Pedagógica.
Lo anterior es un asunto de la mayor relevancia que debe ser atendido, con sumo cuidado, por las más altas autoridades universitarias y del gobierno. No se debe salir de control la efervescencia de los jóvenes. Ahora que soplan vientos de cambio, esperamos lleguen también a las instituciones de educación superior empezando por la UNAM. Fortalecerlas en todos los sentidos, proteger a sus estudiantes, extirpar los cánceres que representan grupos de interés o poderes fácticos.
Esto es aplicable a las Escuelas Normales, sobre todo rurales,pues no es posible que sigan ocurriendo sucesos lamentables con pérdidas de vidas de estudiantes, derivados de prácticas reprobables, al amparo de supuestas “novatadas”, que deben ser erradicadas.Es urgente una revisión de lo que pasa en esas instituciones formadoras de maestros y construir, entre todos los actores y principalmente los propios normalistas, una salida a la problemática que se enfrenta y que me parece agudizada en los últimos años. He sido un convencido defensor de las Normales, pero no estoy de acuerdo con lo que hoy pasa en algunas de ellas.
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