Cuando pude ver el video donde Raúl Gracia se acerca a gritarles: “¡Ladrones, son unos ladrones!”, a Héctor Gutiérrez y Felipe Enríquez, realmente terminó por estremecerme porque se le quiebra la voz, grita y reclama al borde del llanto.
Ese video es muy emblemático, amigo lector, porque retrata la desesperación última de la dirigencia del PAN en Nuevo León, esa que lo perdió todo, después de sentir que había ganado Monterrey y Guadalupe, dos municipios que representan la zona metropolitana, dos trofeos que hubieran rescatado el prestigio del partido y a la tribu que pertenece la dirigencia.
El senador panista Raúl Gracia no tiene nada, si acaso una indignación impostada, que lo lleva al zafarrancho y acusa a los magistrados Gastón Enríquez y Eduardo Bautista Peña de venderse al PRI.
Todo parece indicar que no queda margen de operación política para Raúl Gracia y Felipe de Jesús Cantú. Las protestas mediáticas no dan votos, no ganan voluntades, no revierten resoluciones en los tribunales.
En un año donde López Obrador gana la Presidencia es imposible no recordar el inútil plantón de tres meses que hizo cuando perdió contra Felipe Calderón, donde no logró negociar nada, ni curul ni posición.
En el discurso iracundo de Felipe de Jesús contra la resolución estaba presente Fernando Canales Clariond, entre otras figuras importantes del PAN en Nuevo León.
Es fácil imaginar el gusto y la inspiración que debe significar para Felipe, pues aunque muy joven, seguro recuerda cuando Canales fue desalojado del Palacio de Gobierno durante su protesta contra la Ley Electoral en 1987, dos años después de perder la elección contra Jorge Treviño.
En aquella ocasión la revista Proceso registró lo sucedido. Fernando Canales declaró entonces que: “Habíamos realizado una protesta pacífica, tranquila. Nadie se había alterado. Nadie traía armas. Él (Lucas de la Garza) aducía que habíamos cometido un hecho ilícito. Inclusive, nos dijo que era nuestro amigo personal, cuando se trataba de algo institucional. Le dije: ‘No venimos aquí a negociar’. Además, hizo bromas de mal gusto. Por ejemplo, a la hija de Clouthier, Rebeca, ex reina del Tecnológico de Monterrey, le dijo bromeando, cuando ya había ordenado la intervención de la fuerza pública: ‘A ti no te vamos a golpear, porque te voy a reservar nada más para mi’”… dice la publicación del 16 de mayo de 1987.
Canales Clariond afirmó que el grupo de panistas había acordado permanecer indefinidamente en la oficina de Lucas de la Garza hasta obtener una respuesta oficial del Gobierno del Estado, en momentos en que el gobernador Jorge Treviño Martínez “gestionaba en Londres inversiones para Nuevo León”, en una gira de tres semanas por Estados Unidos y Europa.
“Yo me rehusé a salir por mi propio pie. Mejor, pensé, que me saquen en vilo, con todo y mis 80 kilos de peso. No incurrimos en una violación, hicimos uso de un derecho. Y nos dieron de golpes”, dijo.
Hoy la historia es diferente aunque desean hacerla parecida.
Los ex candidatos panistas Felipe de Jesús Cantú y Pedro Garza, anunciaron que combatirán el “robo” de la victoria del PAN por tres vías: manifestaciones pacíficas, la impugnación correspondiente ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), así como denuncias penales y juicio político contra los magistrados del Tribunal local y funcionarios involucrados en la controvertida decisión.
¿En verdad existen elementos para hacer “denuncias penales y juicio político” a los magistrados? Con todo respeto, parece una declaración fuera de lugar, como quien ya perdió todo, esperanza y cordura.
Si de algo sirven las experiencias de Canales y de López Obrador es saber que no consigues moneda de cambio con el plantón, lo que importa es estar apegado a la ley… cuando mucho puede servir de impulso y pretexto para arrancar la campaña para el siguiente periodo electoral… o usted, ¿qué opina?
alejandro.gonzalez@milenio.com