«Lo que viene a partir de mañana es una botadera [despido masivo]. Todas las empresas van a reducir personal porque no pueden pagar esos sueldos». Lucía Dastis, de 38 años, es contable en mediana empresa distribuidora de textiles. Cuando escuchó a Nicolás Maduro anunciar que el salario mínimo pasaría de 5 a 180 millones de bolívares no se alegró. Se asustó.
Como ella, muchos venezolanos pasaron el fin de semana aprovisionándose de alimentos y productos no perecederos previendo el impacto del «paquetazo» económico anunciado por el presidente venezolano, que aún muchos no entienden en qué consiste. «Dijo que el salario va a subir, pero no dijo cuándo, que la gasolina va a aumentar, pero no dijo cuándo, que el Estado va a asumir los costos de la subida en las nóminas del sector privado, pero no cómo hará con los pequeños empleadores o condominios», critica Pietro Da Silva, un comerciante de Caracas.
Hoy comienza una nueva era económica en Venezuela. El bolívar fuerte será sustituido por el «bolívar soberano», que reduce en cinco ceros a su antecesora (que ya había hecho lo propio hace diez años con otros tres dígitos). Así, lo que podía costar 100.000 bolívares pasará a costar uno. El IVA subirá del 12 al 16%. Y los precios de todo se ajustarán al alza porque tanto la gasolina, el transporte público como los servicios están tan rezagados en sus precios que no habrá moneda pequeña para pagarlos.
Según el presidente venezolano, el objetivo es derrotar la inflación, que se estima cerrará 2018 por encima del millón por ciento. Para ello, llamó a tener máxima disciplina fiscal y a no monetizar el déficit con dinero artificial, como se ha hecho desde hace al menos un lustro. Pero los expertos coinciden en que sus acciones lograrán lo contrario. «Es difícil estimar el aumento del nivel de precios con estos anuncios. Cálculos rápidos me llevan a pensar que será entre 6 a 10 veces el nivel actual», señala el analista financiero Henkel García.
El economista Asdrúbal Oliveros cree que se avecina un escenario caótico, pues es de esperar una etapa mucho más agresiva de la hiperinflación. «Un plan de esta magnitud, con una agresiva restricción externa [sin dólares] en un entorno de sanciones, 'default' y cero apoyo de las multilaterales lo hace muy cuesta arriba», explica.
Maduro anunció que el Estado asumirá el diferencial de las nóminas de las pequeñas y medianas empresas y que se entregarán compensaciones de 600 bolívares soberanos (60 millones de los actuales) para suavizar el impacto. En total, el salario mínimo pasará a ser 1.800 bolívares soberanos. «No existen recursos para asumir ese gasto», dice García al recordar que el Gobierno no solo ha agotado sus reservas, sino que cuenta con una cartera petrolera cada vez más reducida por la caída de la producción.
Venezuela es el país con la gasolina más barata del mundo. Así ha sido por casi medio siglo gracias a un subsidio millonario del Estado. Maduro pretende cambiar eso próximamente, quizá en septiembre. Aunque no ha anunciado los precios finales del carburante, se estima que el litro de 95 octanos costará 1 bolívar soberano, desde los actuales 0,0000097 si se ajusta el signo monetario. El aumento es astronómico, y aun así seguirá siendo la tarifa más baja del mundo.
El plan de Maduro es llegar a los precios internacionales para evitar que el diferencial sea atractivo para el contrabando. Pero en un país acostumbrado a pagar más por el agua que por la gasolina, anunció una compensación a través del «carné de la patria» –un instrumento de control social del Gobierno– para que sus portadores paguen un precio preferencial.
«Pasa como en Cuba, que será más rentable comprar con el carné de la patria y vender en el mercado negro la gasolina que ir a trabajar», adelanta Miguel Ferrer, un empleado de una estación de servicio.
Hoy ha sido decretado por Maduro como día no laborable para que su plan económico se instale con facilidad. Los servicios de la banca estarán ajustándose y desde ayer permanecen suspendidos, incluso para operaciones electrónicas. Los pagos digitales también fueron detenidos.
Mañana la oposición ha convocado un paro nacional, una huelga en contra del «paquetazo rojo». Pero con una economía que no sabe siquiera cómo va a pagar la nómina a finales de mes y un sector privado postrado, ya la producción es mínima. Un paro de facto.