La incesante y creciente violencia mexicana ha llevado a la creación de Foros de Consulta y Escucha para la Reconciliación y Pacificación, con el propósito muy urgente de recuperar el tejido social.
En entrevista con Pascal Beltrán del Río, el arzobispo de Morelia Carlos Garfias sostuvo que la importancia de los foros es darles voz a las víctimas de la violencia: “Es la necesidad que tiene el pueblo de ser escuchado… quienes por no tener un proceso de acompañamiento psicosocial, espiritual y jurídico, tienen sus propias percepciones de la situación que se les ha generado”.
Según esta reclamación justificada, la meta es acompañar a las víctimas (que son miles) para que encuentren la verdad y la paz. Y, de alguna manera, alude a la indicación que se ha mencionado con insistencia del perdón. Entiende que “el perdonar no es perdonar a nadie, sino sanar el corazón”.
Dice bien: “La persona se lastima porque se sabe objeto de una ofensa, de una agresión, y en razón de esa ofensa que recibe, necesita sanar su corazón y eso es lo que denominamos el perdón”.
En Querétaro, Alberto Díaz Beltrán, encargado de despacho de la Procuraduría General de la República, solicitó a las fiscalías trabajar de manera coordinada y empoderar a las instituciones para recuperar la confianza ciudadana.
Pidió confianza y que la ciudadanía esté tranquila pues, diciendo lo obvio, seguirán trabajando por un México en paz. También se aludió a la criminalidad abundante del secuestro y sostuvo: “Hemos logrado completamente desarticular células criminales, de igual forma a través de la Seido se han obtenido sentencias importantes para alejar a estos criminales”. Y claro está que solicitó trabajos colegiados para encarar el drama pavoroso de los crímenes.
Se ocuparon las fiscalías de Querétaro, Michoacán, Jalisco, Colima y Aguascalientes de atender asuntos relacionados a la sustracción de personas y la necesidad del Código Penal Único y la estrategia del combate al secuestro.
Ya se ha dicho que no es un exceso advertir que en el país son ubicuas las víctimas de las violencias.
El prelado justifica la acción de religiosos como una tarea pastoral y advierte que no puede haber paz si no hay verdad y no hay justicia.
De suerte que aún con un nuevo gobierno federal muy admitido, las previsiones y temores apenas se atenúan.
Seguirán la violencia, las ofertas de pacificación, idea esta que es gravísima en un país que ciertamente no tiene la paz pública que ofrecen hoy las autoridades con insistencia insufrible.