Que Turquía se enfrenta a una crisis económica de gran calado es una evidencia. Y que, día tras día, una de las palancas necesarias para superarla, la confianza, se está deteriorando empieza a ser otra. Y lo peor es que lo está haciendo a pasos agigantados. El país otomano recibió en la madrugada de ayer una de las peores noticias que se pueden encajar en una situación como esta: la rebaja de su «rating». Tanto Standard&Poor's (S&P) como Moody's dejaron en «bono basura» la calificación de su deuda soberana a causa de la caída de su divisa, la lira, y de la política económica del país.
Aunque el pasado jueves el ministro de Finanzas de Turquía, Berat Albayrak, prometió ante 4.000 inversores un «muy drástico» recorte del gasto público para bajar la inflación del 15%, parece que su promesa ha caído en saco roto. Lo que el mercado demanda es una decidida subida de los tipos de interés para contener los precios que, a día de hoy, parece improbable por la situación política actual. Tanto S&P como Moody's apuntan en sus respectivos informes que la respuesta del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha sido «limitada», algo que también manifestó en otro comunicado Fitch. Moody's expresó, además, su pesimismo porque la excesiva concentración de poder del presidente turco, encargado ahora de nombrar al presidente y al vicepresidente del Banco Central de Turquía, hacen ahora bastante complicada esa subida de tipos.
La combinación de su delicada situación económica y de parálisis política complican, y mucho, el horizonte turco. Tanto, que S&P vaticina que el país, que ha venido creciendo a tasas anuales de entre el 3% y el 8%, entrará el recesión el año próximo por primera vez desde 2009, con un retroceso de su producto interior bruto del 0,5%.
A la presión ejercida por las agencias de rating se sumó ayer la de Alemania. Aunque Turquía se ha mostrado reacia a recibir ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno de Angela Merkel ha instado al de Erdogan a que acepte un rescate, según informó «Der Spiegel». La respuesta de Berat Albayrak a este nuevo requerimiento ha sido, nuevamente, un «no» rotundo. El ministro turco de Finanzas le comunicó a su homólogo alemán, Olaf Scholz, que su intención es realizar la próxima semana una gira por los países del Golfo y Rusia para solicitar ayuda económica a sus gobiernos, que, en principio, no le someterían a un férreo control como el fondo. La institución que dirige Christine Lagarde marca una hoja de ruta a los países a los que presta ayuda y entre sus exigencias para Turquía figura una inmediata y drástica subida de tipos para estabilizar la lira y frenar la fuga que capitales a la que se niega Erdogan.