La última vez que un líder ruso visitó el castillo de Meseberg fue en junio de 2010. Fue entonces cuando Angela Merkel abrió las puertas de este palacete al norte de Berlín para recibir al antaño presidente Dimitri Medvedev. Eso fue antes de la anexión de Crimea y del comienzo de la guerra en el este de Ucrania. Desde entonces, las relaciones entre Berlín y Moscú han sufrido numerosos altibajos. Por eso ayer, y en un intento por mejorar las relaciones entre Alemania y Rusia, la canciller recibió al presidente ruso Vladimir Putin en el que fue su segundo encuentro en poco más de tres meses y en un nuevo intento por cambiar el rumbo de las relaciones bilaterales.
Durante una rueda de prensa conjunta celebrada antes de su reunión, ambos líderes coincidieron en calificar los acuerdos de Minsk la base para resolver el conflicto en Ucrania y en la prioridad de evitar una catástrofe humanitaria en Siria. El encuentro entre ambos constituye una posibilidad de «retomar el diálogo» después de la reunión que mantuvieron a mitad de mayo en el balneario ruso de Sochi, dijo la canciller. En esta línea, Merkel subrayó la responsabilidad que tiene tanto Alemania como sobre todo Rusia, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU con poder de veto, para buscar soluciones a los muchos conflictos graves en el mundo. Asimismo, la canciller insistió en que es necesario preservar el pacto nuclear con Teherán.
Merkel hizo hincapié en que todas las controversias se pueden arreglar mediante el diálogo. Putin, por su parte, declaró que Rusia concede una gran importancia al desarrollo de la cooperación de beneficio mutuo con Alemania, en donde una de las prioridades es el área energética. A pesar de que el Gobierno alemán está muy presionado por Estados Unidos para que se detengan los trabajos en el gasoducto Nord Stream 2, que transportaría gas desde Rusia a Alemania bajo el Mar Báltico, Putin indicó que el consumo de gas ruso en el país germano está en constante aumento y añadió que se trata de un proyecto «exclusivamente económico». Washington considera que este gasoducto incrementaría la dependencia energética de la UE ante Rusia. De hecho, la Administración Trump prepara un paquete de sanciones que podrían frenar la construcción de esta infraestructura, al afectar de lleno a las constructoras europeas y a firmas financieras vinculadas al proyecto. Ucrania ha criticado esta iniciativa ya que alega que mina los esfuerzos de la UE para que Rusia retire a sus tropas de Crimea. Además, Nord Stream 2 dejaría fuera del negocio del gas a Ucrania, por donde pasa actualmente el gas ruso hacia Alemania. En este sentido, Merkel dijo que Kiev debería seguir teniendo un papel en el tránsito de gas a Europa.
La reunión ofreció a los líderes una oportunidad de fortalecer sus relaciones de cara a las políticas ofensivas que ha adoptado en los últimos meses el presidente Trump, que incluyen sanciones económicas a Rusia y un aumento de los aranceles al aluminio alemán, entre otras.