Si somos optimistas demos a los alcaldes y diputados electos emanados de Morena un voto de confianza en que su arribo al poder en los municipios y en la legislatura será efectivamente en pos del bien común y no para el de unos cuántos.
Si somos ilusos, creamos ciegamente en que los futuros alcaldes y legisladores harán a un lado intereses personales y de grupo. Que se conducirán con austeridad. No tendrán a su servicio lujosos vehículos ni gastos de representación sin límites y que no tendrán más allá de dos auxiliares y no asesores que los apoyen en sus responsabilidades públicas y administrativas.
Si somos realistas, lo mejor es seguir con lupa el actuar de estos futuros servidores públicos y exigirles congruencia con lo que ofrecieron en campaña y su trabajo como ediles y como representantes populares. Porque de lo contrario repetirán los patrones que hasta ahora se ven y que deseamos se extingan.
Estos son los tres posibles escenarios que se vislumbran en los municipios y en la legislatura mexiquense. Apostemos porque en verdad lleguen con esa mentalidad de servir y no de servirse. Hay que tomar en cuenta que algunos proceden del PAN, PRI y PRD y en algún momento se comportaron tal y como lo hacen algunos en la actualidad gastando en autos de lujo, muchos asesores, gastos de representación, etc. Ojo.
La experiencia nos habla de que las tentaciones son muy grandes y pocos se resisten a ellas. Ojalá no sea el caso de los futuros servidores públicos y tengan claro que su función es atender a la ciudadanía. Luchar por mejorar la calidad de vida con servicios de calidad, combate frontal a la inseguridad, desarrollo sustentable y leyes para beneficio de todos y no para la protección de intereses de unos cuantos.
Y que algunos en el pasado fueron seducidos por el presupuesto con importantes beneficios económicos personales, como el clientelar Programa de Apoyo a la Comunidad, en el caso de los diputados. Como los programas sociales del gobierno federal aterrizados en los municipios, en lo que toca a los alcaldes. Entonces, cabe preguntarse:
¿Se comportarán de manera diferente?
O bien, ¿se dejarán seducir por las mieles del presupuesto como sucedió en el 2000, cuando el PRI con Isidro Pastor como su coordinador cercenó al PAN que entonces era la bancada más numerosa, arrebatándole 13 legisladores?
O los alcaldes que ya lo fueron, pero de otro partido, ¿en esta ocasión harán gobierno para todos y en función de las necesidades de todos, o trabajarán de acuerdo con los intereses de los grupos económicos y políticos a los que pertenecen?
La moneda está en el aire. Seducción o cambio. Si es seducción, la decepción social será gigante y el cambio sólo será de palabra, quedará en el imaginario.
Ya veremos.