Normalmente, el paso del tiempo mejora el sabor de los quesos; pero ésa no es la razón por la que el hallazgo de un queso antiguo en la tumba de Ptahmes —ubicada en la necrópolis de Saqqara, Egipto— ha llamado la atención de los científicos del mundo, sino porque quizá se trata del queso más antiguo del mundo que, para mayor fascinación, está infectado con una bacteria tan mortal como una maldición egipcia.
Así lo informa un estudio publicado este jueves en la revista Analytical Chemistry de la Sociedad de Química de los Estados Unidos —ACS, por sus siglas en inglés.
La tumba de Ptahmes, gobernante de la ciudad egipcia de Menfis en el siglo XIII, se descubrió inicialmente en 1885 pero se perdió al quedar sepultada por las arenas del desierto. Más de un siglo después, en 2010, fue redescubierta por arqueólogos que, años después, hallaron en ella algunos jarrones rotos, uno de los cuales contenía una sustancia sólida blanquecina y restos de un lienzo que la protegía.
El investigador Enrique Greco y su equipo disolvieron una muestra de dicha sustancia y, tras someterla a diversos análisis químicos, detectaron una serie de péptidos —moléculas formadas por aminoácidos, similares a las proteínas— que indicaba que la sustancia había sido un producto lácteo fabricado con leches de vaca y de oveja o cabra.
Las características del lienzo, que indican que era adecuado para contener un producto sólido más que un líquido, y la ausencia de otras sustancias que pudieran servir como marcadores, permitieron concluir que el producto había sido queso sólido. Por su antigüedad, se presume que se trata del queso más viejo del mundo.
Pero eso no es todo: otros péptidos hallados en la muestra del alimento sugieren que está contaminada con la bacteria Brucella melitensis, la cual causa la brucelosis —también llamada 'fiebre de Malta'—, una enfermedad potencialmente mortal que se transmite de animales a humanos a través de la ingestión de alimentos lácteos no pasteurizados.
La Brucella es tan letal que incluso ha sido usada en armas bacteriológicas y no existen vacunas eficientes para combatirla. Si se confirma el análisis preliminar del equipo, la muestra se convertiría en la evidencia biomolecular más antigua de la enfermedad.
* Con información de la American Chemistry Society.
FM