Al igual que ocurrió con los productores de frutas y verduras durante el veto ruso, el sector de la aceituna de mesa reclama a la Unión Europea que establezca un fondo de compensación para paliar las pérdidas que ya están sufriendo las empresas exportadoras tras la confirmación, por parte de Estados Unidos, de la subida de los aranceles a este producto. Así lo asegura a LA RAZÓN Antonio de Mora, secretario general de Asemesa, quien alerta de que no sólo está en peligro el sector, fundamental en algunas comarcas de Andalucía, sino que está en cuestión «toda la política de ayudas de la PAC».
Fue el pasado 18 de junio cuando la Administración de Donald Trump oficializó una subida de los aranceles «antidumping» del 20 por ciento a la aceituna negra de mesa, al considerar que las ayudas que ha recibido el sector distorsionan el mercado e incumplen las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Sin embargo, desde el pasado 1 de agosto se suma el arancel compensatorio de las subvenciones, situándose la subida en el 35 por ciento, lo que supone un duro golpe para los productores.
¿Qué efectos está teniendo la medida? Con la primera subida todavía había contratos anteriores que «se pudieron renegociar y los aranceles provisionales se pudieron compartir entre las dos partes», recuerda de Mora. Aún así, entre enero y mayo de este año las exportaciones de aceituna negra española al mercado americano descendieron casi un 41 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior, pasando de 12,1 millones de kilos a 7,2. Los efectos negativos, no obstante, pudieron mitigarse, aunque ahora «es cuando vamos a ver las consecuencias reales», advierte. Y todo ello mientras las exportaciones de otros países a Estados Unidos crecieron un 16 por ciento en total.
Las empresas, sin embargo, ya están acometiendo los primeros ajustes en el ámbito laboral. Agro Sevilla, la principal cooperativa exportadora de aceituna de mesa de España, despidió a medio centenar de trabajadores y luego anunció otra oleada tras confirmarse la subida de los aranceles. La plantilla total era de 450 empleados. Con todo, De Mora señala que los productores «están haciendo todo lo posible para que el efecto en el empleo sea el menor posible». Pero los recortes vendrán próximamente y no sólo en las plantillas de las empresas, sino en los equipos para recoger la aceituna durante la próxima campaña, ya que «habrá menos demanda».
De momento, Asemesa está trabajando con la Administración andaluza y la estatal de cara al recurso que deberá plantear la Unión Europea ante la OMC. Además, la patronal recurrirá la subida ante los tribunales competentes de Estados Unidos, una labor de defensa de las empresas y de la PAC que está asumiendo Asemesa «en solitario».
De Mora, a su juicio, asegura que la Unión Europea «no debe permitir que Estados Unidos ponga en cuestión las ayudas comunitarias, no sólo por el sector de la aceituna negra de mesa –que está siendo castigado duramente–, sino por otros productos que puedan venir después». El Gobierno de Trump, de hecho, acusó a los productores de ejercer una competencia «desleal» porque las ayudas permitían «vender a precios mucho más bajos de lo normal».
Por ello, insiste De Mora, la defensa del sector «la debería asumir la UE y no sólo una asociación, y esto lo deben entender también las organizaciones agrarias y empresariales».
Acudir a otros mercados, una alternativa a largo plazo y con riesgos
Ante el bloqueo que supone, en definitiva, acceder al mercado norteamericano por la subida de los aranceles, las empresas productoras de aceituna de mesa están barajando alternativas para que el negocio no se desplome. Una de ellas es acudir a otros países, aunque se trata de una opción a largo plazo que no garantiza unos resultados fiables. Según Antonio de Mora, secretario general de Asemesa, estamos hablando de un sector «muy competitivo en el que los precios están muy ajustados». Existen países donde la aceituna tiene presencia en la cultura gastronómica, como Rusia, Italia o los países árabes. Sin embargo, si se gana cuota aquí «se la quitas a otras empresas españolas, con lo cual no resuelves nada». En países más lejanos, como India, China o Japón, no existe una cultura culinaria en torno a la aceituna y «hace falta una educación que llevaría años». «Un producto no se introduce así como así en un país hasta el punto de convertirse en habitual en las costumbres alimenticias», reconoce De Mora.
Una opción a corto plazo es destinar la aceituna a otros fines. Por ejemplo, en la próxima campaña cambiarán los modelos de recogida para que la modalidad de hojiblanca, destinada fundamentalmente al consumo de mesa, se dedique a la producción de aceite de oliva. De esta manera, tendría un fin mucho más productivo. Con todo, se espera que los cambios arancelarios introducidos por Estados Unidos conllevarán consecuencias en la próxima campaña de recogida de la aceituna.