Con la llegada del la temporada veraniega, además de las elevadas temperaturas y alguna que otra tormenta estival, también llegan las vacaciones de miles de escolares en Castilla y León. Y para tratar de evitar el aburrimiento y buscar planes que hacer, una opción muy solicitada es la de las actividades de ocio y los campamentos de verano, una elección que permite a muchos menores disfrutar de la naturaleza y aprender cosas nuevas junto con más niños de su edad y los monitores a su cargo.
En este sentido, cobran un papel importante las empresas dedicadas a la organización de campamentos de verano y actividades lúdicas para la época estival, fechas en las que su trabajo aumenta, transformándose a su vez en beneficios. Según datos de la consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, las Actividades de Ocio y Tiempo Libre, donde entran los campamentos de verano, desarrolladas en el año 2017, generaron una actividad económica superior a los 27 millones de euros y permitieron crear para la temporada de verano más de 5.600 puestos de trabajo, empleos que beneficiaron principalmente a los jóvenes de Castilla y León.
Una de las compañías dedicadas a este oficio es la burgalesa Molino de Butrera que lleva ya en activo un total de 26 años. Su gerente, Marcos García, explica que la idea de crear esta firma surgió en el año 1992. García afirma que siempre ha sido «muy aficionado a la montaña» y, tras ver como su hermano, de 10 años menor, y los niños de su misma edad ya «ni salían y empezaban a jugar con la Game Boy, que iban apareciendo por aquella época» surgió la iniciativa de hacer actividades para niños «de forma privada, sin estar relacionado con la política o la religión». Como muchos negocios que comienzan, los inicios no fueron precisamente fáciles. «El primer año no vinieron más que 30 niños en todo el verano, y eran hermanos primos y sobrinos», afirma García. Tras esto, y trabajando con la administración pública, se alcanzó la remarcable cifra de 1.200 chicos durante la época estival. Pero no se quedaron solo en la temporada de más calor en la Comunidad, sino que también realizan en la actualidad aulas en interior en el invierno, además de haberse actualizado con campamentos en diferentes materias, como uno de inmersión lingüística y otro de música, además del de naturaleza. En la actualidad, García asegura que están «a tope» recibiendo niños de todas las partes de España para sus encuentros, que rondan los 320 y los 350 euros, según la modalidad que se escoja. Por último, García apunta que para este año ya están «prácticamente completos» y solo les quedan últimas plazas en los turnos de agosto.
La firma vallisoletana Acampalia nació en 2008 tras la experiencia de muchos años en el mundo del tiempo libre de sus fundadores. «Nuestro trabajo como coordinadores de este tipo de actividades nos gustaba tanto que decidimos dedicarnos a ello a tiempo completo», afirma Javier Miralles, uno de los gerentes de la compañía. Tras haber gestionado a lo largo de los años muchos tipos de campamentos, instalaciones juveniles y realizado actividades de turismo activo, crearon el que llaman su «producto estrella», que no es otro que el «Rock Camp», que junto a su Escuela de Animación Juvenil y Tiempo Libre les ocupa todo su tiempo.
Con sede en Sotolengo (Soria), enfocado a niños entre 12 y 17 años y con precios que oscilan entre 630 y 750 euros, dependiendo de si escogen ir 9 u 11 días, este verano contarán con más de 550 niños. «Cada turno conforma unos 100 niños y cada año vamos creciendo un poco más», afirma Miralles quien apunta que también tienen turnos para chicos más pequeños, de 9 a 11 años, que se conforman en grupos reducidos de 25 personas. Ahora, de cara al futuro, Miralles explica que, a pesar de que el Rock Camp requiere muchísima preparación, están pensando en seguir creciendo, incluso mirando «al extranjero», aunque «con tiempo», y están en proceso de creación de la Rock Camp School, una escuela de música en Madrid.
25 años en León
Otra de las empresas dedicadas a este campo es la compañía leonesa Guheko, que cuenta con un cuarto de siglo de experiencia en la materia. Esta firma nació por la relación de sus fundadores con la educación ambiental y la naturaleza, como explica su gerente Raul Temprano, y en todos estos años «han tenido todo tipo de situaciones, tanto buenas como malas», pero siguen al pie del cañón y con buenos resultados. Como explica Temprano, en este momento tienen varias vertientes de actividades, como son los campamentos para niños, tanto con pernocta como solamente pasar el día; formación para monitor de ocio y tiempo libre; actividades de naturaleza y turismo activo; formación de consultoría para empresas y ayuntamientos.
Con precios que varían entre los 50 euros, como es el caso de pequeños campamentos sin alojamiento, y los 1.000 euros contratando actividades con viajes al extranjero, Temprano asegura que hay un montón de oferta y cada verano suelen tener «todo lleno», además de generar mucho empleo, que va desde la contratación de 40 personas en temporada baja hasta 160 trabajadores en temporada alta «para cubrir todos los servicios». Por el momento quieren seguir ampliando su oferta y así seguir creciendo en el futuro.
Por último, Grajera aventura lleva desde 2005 realizando actividades de aventura, hasta que en 2011 decidieron organizar sus propios campamentos. Su gerente, Leticia Agueda, asegura que «en ningún momento» han tenido situaciones complicadas porque empezaron por pocas plazas y año a año, como son «niños que repiten», siempre han cubierto las plazas que ofertaban. Para el futuro, su idea es seguir con sus campamentos de verano, que duran 10 días y cuestan 500 euros, y continuar creciendo teniendo la misma filosofía.