Nuestro humanista internacional más reconocido, Lluís Vives, nos dejó un legado intelectual que, a día de hoy, cinco siglos después, sigue más que vigente, tanto en la actualidad social como política. Vives reflexionaba que en el día a día hay tiempos para hablar, tiempos para callar y tiempos para disimular. Todos son igual de peligrosos si no los usas a su debido tiempo y siempre pueden provocar malinterpretaciones.
A nivel local hemos vivido la semana del muro de la vergüenza, en el antiguo solar de Jesuitas, donde nuestro alcalde, Joan Ribó, se ha puesto de perfil como siempre y sus concejales secuaces han salido a la palestra a justificar lo injustificable hablando del mural de defensa a los jóvenes de Alsasua, condenados por una paliza a dos guardias civiles como una expresión artística de la libertad de expresión. Una expresión artística del artista de cabecera del grupo Compromís, Elías Taño. El arte siempre sienta mejor si se reparte entre los amigos.
La tan manida, cuando interesa, libertad de expresión, señala en el artículo 20.4 de la Constitución española que quebrantar los derechos de los demás son el primer límite que hay que considerar de la libertad de expresión, al igual que ocurre con el resto de los derechos constitucionales.
El sentido común indica que Ribó y los suyos se han metido en un berenjenal con el “mural de la vergüenza”. Olvidan, porque les pesa más su ortodoxia ideológica que otra cosa, que la política consiste en ofrecer al ciudadano un sentido de la vida pública y facilitarle sus problemas, todo lo contrario que crearlos de manera gratuita, que es en lo que se está especializando este Govern de la Nau. Ni tenían proyecto cuando llegaron al gobierno, ni lo tienen tres años después, más que el crear barreras, discrepancias estériles y el único programa político de desterrar a los populares a toda costa.
Imagen de Sentandreu rodeado de policías frente al muro de Elías Taño
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EFE
Mi amigo Rafa Lahuerta escribió en su flamante libro “Balada del Bar Torino” que Valencia es una ciudad mundana, contradictoria y neurótica que no ha sabido forjar su modernidad y ha caído siempre en su antítesis, la fanfarronería y en la prepotencia autodestructiva. Embolaos como el de esta semana ha hecho que Ribó y los suyos calienten, todavía más en pleno mes de julio, a la sociedad civil. Y no caigamos en la justificación ni en el protagonismo de los cuatro antisistemas, disfrazados de valencianistas fascistas, que han querido montar gresca, buscar protagonismo y hacerse la foto como siempre, cuando no representan a nadie.
También este verano va a servir para refrescar las neuronas de los populares a nivel nacional. El flamante nuevo presidente del partido de la calle Génova ha anunciado su nueva ejecutiva. Poder valenciano, haberlo haylo, pero alejados de los puestos fetiche o de relumbrón. La gran triunfadora del poder valenciano en Madrid ha sido la propia Mª Dolores de Cospedal, que ha colocado con sendas secretarías a sus baluartes en la Comunitat, César Sánchez y Vicente Betoret, que de nuevo, este último, vuelve a coger aire, gracias a sus contactos de la Villa y Corte.
Queridos lectores, nos seguimos leyendo en ABC Comunidad Valenciana y pongámonos a enfriar que la ocasión lo merece.
