A Joxean Fernández «Matxin», espléndido ojeador de promesas y ahora director del UAE Emirates, hay que escucharle. Algunas veces suelta predicciones que provocan la risa, bilbainadas del técnico de Basauri, pero en casi todas acierta. En 2011 dijo que Juanjo Cobo, su ojo derecho en el Footon-Servetto iba a ganar la Vuelta. Todos se rieron. Semanas después le dieron la razón. Ahora, en el Tour, repite a todo el que se lo pregunta que no tiene dudas en quién lo ganará. «Primoz Roglic. Desde antes de empezar vengo diciéndolo y los hechos me dan la razón». En 2011, Roglic caía desde el cielo. Literalmente. El esloveno era saltador de esquí, llegó a ser campeón mundial. Ese mismo año, una mala caída le produjo una lesión grave. Los médicos le aconsejaron que, para recuperarse, montara en bicicleta. Desde entonces no se ha bajado.
Su carrera ha sido fulgurante. Sus prestaciones eran tan buenas que el ciclismo profesional le dio un dorsal en el pelotón, en el equipo Adria Mobil. De ahí pasó al Lotto-Jumbo NL. Este es su sexto año encima de la bicicleta y ya está poniendo en apuros al Sky. Tiene 29 años, es un ciclista tardío, pero en plena evolución. «Cuando era esquiador, quería ser número uno, pero no conseguí llegar tan lejos. Luego soñé con lo mismo en el ciclismo y me gusta dónde estoy».
Roglic es el único hombre, además de Dumoulin, que puede poner en peligro el doblete del Sky en el podio de los Campos Elíseos. Su palmarés habla por él. Este año ha ganado el Tour de Eslovenia, el Tour de Romandía y la Vuelta al País Vasco. En todas, especialmente en la Itzulia exhibió sus dotes de contrarrelojista. Pero eso ya lo había hecho antes, en la crono del Giro de hace dos años por ejemplo. Ahora, Roglic también sube. Su gran salto. «Me adapto a todo», dice.
El miércoles atacó a Froome en el Portet y le hizo sufrir. «No me gusta correr detrás, me gusta siempre darlo todo y ¿por qué no probar? Estoy muy contento con lo que conseguí», asegura. Ya tiene al dorsal 1 a 16 segundos. Y por delante le quedan la tremenda jornada de hoy, a la que llegará mucho más fresco que el keniano, pues no ha corrido el Giro, y la crono en Espelette, que ya inspeccionó el día después de ganar la Vuelta al País Vasco.
«Froome ha demostrado alguna debilidad, pero yo también las tengo y sufro malos momentos. Aún queda mucho Tour», defiende. «Hay que recordar lo que hizo en los últimos días del Giro», rememora, para evocar la antológica etapa del Colle della Finestre donde el del Sky atacó de lejos y dio un vuelco a la general. «Así que tengo que estar muy concentrado y luchar cada día. Siempre quiero más y más», responde. «Pero éste es sólo mi segundo Tour y la tercera grande que corro en mi vida». Aún así, está preparado para dar el salto al podio... Y quizás algo más. Hay que hacer caso a Matxin.