Para empezar la temporada al Atlético le tocó enfrentarse al Arsenal, una repetición de la semifinal de la Liga Europa de la temporada pasada, pero sólo por los nombres de los equipos. Sin la mayoría de estrellas que han jugado en el Mundial, sin muchos fichajes, en Singapur, lejos de todo, especialmente de los aficionados, pero dentro ya del circuito que lleva a los grandes de Europa de gira mundial por Asia y América.
Era un partido para ver a Rodri, el nuevo mediocentro del Atlético, que hereda la posición y el número de Gabi, el capitán que marchó a territorios árabes a rentabilizar sus últimos años de carrera. Pero Rodri es más, roba y juega y su imponente físico se hace notar en el centro del campo. No se le nota que es nuevo, aunque el rival tampoco tuviera a sus estrellas más destacadas. Pero el ex jugador del Villarreal se maneja igual en cualquier parte. No le temblaron las piernas cuando debutó con la selección y tampoco le temblarán cuando vista la camiseta rojiblanca -contra el Arsenal el Atlético lució la segunda equipación-.
Rodri se hizo notar en la primera parte en la distribución del juego y en la segunda se atrevió más a llegar al área contraria, aunque el Atlético encontrara el gol en la cabeza de Vietto. El argentino formaba la delantera con Gameiro, dos jugadores que tienen más posibilidades de marcharse que de seguir. El partido era una manera de demostrar que pueden ser útiles en otros equipos y el argentino marcó, algo que le ha costado mucho en toda su etapa como rojiblanco. En realidad, le ha costado en toda su carrera en España desde que abandonó el Villarreal tras silenciar el Calderón con un tanto que dio la victoria al equipo amarillo.
El único fichaje presente en la alineación inicial era Rodri. Adán esperaba su oportunidad en el banquillo, que llegó en la segunda mitad. Fue él quien encajó el gol en un fenomenal disparo de Smith-Rowe, un joven mediapunta de 17 años que fue ganando presencia en el equipo de Emery a medida que pasaban los minutos.
No había más novedades que ofrecer, aunque Simeone dio oportunidades a varios canteranos. En la defensa, Juanfran era el único representante del primer equipo. A su lado, Montero y Moya eran los centrales y Olabe, uno de los jugadores más esperanzadores de las divisiones inferiores, trataba de adaptarse a la posición de lateral izquierdo. Los centrales se emplearon bien con Lacazette y Olabe estuvo atento para evitar un remate de Nelson que hubiera dado la victoria al Arsenal. Por delante se encontraba con Joaquín Muñoz, que se hizo notar mucho la temporada pasada en el juvenil, aunque apenas tuvo protagonismo. Vendrán más días y más oportunidades.