Hace nueve años, con el estatuto marco del Obispado que promueve la no discriminación por sexo en las cofradías de Semana Santa ya vigente, Beatriz Blanco intentó entrar en la Cofradía de Jesús Nazareno para poder desfilar con su padre y su hermano. Ella fue una de las pioneras en la reclamación de igualdad en la Semana Santa de Zamora. El asunto se resolvió en falso, ya que la cofradía acabó, por imposición eclesiástica, admitiendo la entrada de mujeres pero con marcadas diferencias, ya que sólo los hombres pueden desfilar el viernes y en la procesión del día siguiente las mujeres vestidas de negro son mayoría, pero ellos se reservan algunos privilegios, como hacer de cargadores de los pasos o ser exclusivamente masculina la banda de música de la cofradía. Beatriz Blanco sigue con su deseo de desfilar algún día en la Madrugada zamorana, máxime si se tiene en cuenta la incongruencia de que en los últimos años han quedado huecos por falta de cofrades en el desfile sólo de hombres. A Beatriz Blanco también le gustaría desfilar en la procesión de las Capas Pardas y por ello se apuntó a la lista de espera en 2009, cuando esa hermandad se hizo mixta. Sin embargo, nueve años después aún sigue sin poder desfilar por el reducido cupo de cofrades de esa procesión. Ni ella, ni las dos mujeres en lista de espera por delante -la primera, la exalcaldesa de Zamora Rosa Valdeón- aún han podido acompañar al Cristo del Amparo vestidas con la típica capa alistana. Beatriz Blanco afirma que las mujeres «no queremos estar por encima ni por debajo, sino en igualdad». Por ello, es partidaria que las listas de espera sean mixtas aunque ello retrase más la entrada formal de mujeres en las procesiones con cupo restringido. Aunque considera positivo que ya todas las cofradías de la Semana de Pasión zamorana admitan mujeres, no es partidaria, como pretende la Buena Muerte, de que la vestimenta sea diferente en función del sexo. A su juicio, la igualdad entre hombres y mujeres en la Semana Santa «no hay que celebrarla sino que debe ser lo normal». Reconoce el valor de la intervención del Obispado para conseguir la igualdad pero a la vez pide a la
Diócesis
«que predique con el ejemplo» en el acceso de la mujer a la institución eclesiástica.