La localidad italiana de Bari fue ayer escenario de un importante encuentro convocado por el Papa Francisco para rezar por los cristianos de Oriente Medio y analizar la situación junto a los líderes de 19 iglesias y comunidades de esta región. Durante las pocas horas en las que estuvo en esta ciudad, Francisco expresó su preocupación por uno de los temas que más ha centrado su Pontificado: el de los cristianos perseguidos y la indiferencia que sufren, ellos y otros muchos, en el mundo a causa de los conflictos armados.
Poco después de llegar hasta esta ciudad marítima, subrayó que «la indiferencia mata» y recordó que los cristianos pretenden «dar voz a quien no tiene voz, a quien solo puede tragarse las lágrimas, porque Oriente Medio hoy llora, sufre y calla, mientras otros lo pisotean en busca de poder y riquezas». «Para los pequeños, los sencillos, los heridos, para aquellos que tienen a Dios de su parte, nosotros imploramos: “La paz contigo”», dijo.
En su discurso, denunció que «sobre esta espléndida región» se ha concentrado «una densa nube de tinieblas: guerra, violencia y destrucción, ocupaciones y diversas formas de fundamentalismo, migraciones forzosas y abandono, y todo esto en medio del silencio de tantos y la complicidad de muchos».
En concreto se refirió a los cristianos de la región, quienes «son luz del mundo, pero no sólo cuando todo a su alrededor es radiante, sino también cuando, en los momentos oscuros de la historia, no se resignan a las tinieblas que todo lo envuelven y alimentan la mecha de la esperanza con el aceite de la oración y del amor». Francisco, como suele ser habitual, no se resignó a describir la situación de Oriente Medio, sino que clamó contra los abusos de los gobiernos: «¡Basta de usar a Oriente Medio para obtener beneficios ajenos a Oriente Medio!».
Tras la reunión privada en la Basílica de San Nicolás con los patriarcas y jefes de las iglesias Orientales, Católicas y Ortodoxas afirmó que «la paz no vendrá gracias a las treguas sostenidas por muros y pruebas de fuerza, sino por la voluntad real de escuchar y dialogar». Pero eso solo será posible si «quien tiene el poder se ponga decididamente y sin más dilaciones al servicio verdadero de la paz y no al de los propios intereses». «¡Basta del beneficio de unos pocos a costa de la piel de muchos! ¡Basta de las ocupaciones de las tierras que desgarran a los pueblos! ¡Basta con el prevalecer de las verdades parciales a costa de las esperanzas de la gente! ¡Basta de usar a Oriente Medio para obtener beneficios ajenos a Oriente Medio!», pidió.
Bergoglio se mostró convencido de que «la guerra es la plaga que trágicamente asalta esta amada región» y quien lo sufre «es sobre todo la gente pobre». «La guerra es hija del poder y la pobreza, se vence renunciando a la lógica de la supremacía y erradicando la miseria».
Tuvo palabras también para el terrorismo islamista, al explicar que «muchos conflictos han sido fomentados también por formas de fundamentalismo y fanatismo que han blasfemado el nombre de Dios, que es paz». Denunció a su vez las «desenfrenadas carreras de rearme» y la hipocresía de quienes las apoyan al tiempo que hablan de paz.
Por otro lado, el Papa pidió respeto al «statu quo» de Jerusalén como Ciudad Santa para cristianos, musulmanes y judíos y habló del conflicto entre palestinos y e israelíes. «Solo una solución negociada entre israelíes y palestinos podrá conducir a una paz estable y duradera».