Toledo se ha engalanado para celebrar su Semana Grande, para exhibir todo el lucimiento de una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad. Es la Fiesta del Corpus Christi.
Esta es la glorificación del amor sacramental, una festividad de la religión, de la emoción y el sentimiento, cuya manifestación pública por excelencia es la procesión que discurre por las calles entoldadas, con todas sus evocaciones y simbología; los casi cuatro mil metros de toldos serpentean marcando el horizonte entre el suelo y el cielo y proporcionan una imagen insólita de la metrópoli, bajo los cuales desfilan hermandades y cofradías, el clero y el pueblo, acompañando a la Eucaristía expuesta en la magnífica custodia de Enrique de Arfe.
Y es también la Semana Grande de la fiesta popular, en la que las personas conviven y participan en un entorno histórico, cultural y artístico de hoy y de siempre.
Ese todo es el Corpus toledano, la religión en la calle, la procesión con la presencia humanizadora del Dios-hecho-hombre y el festejo de la gente que vive unos días extraordinarios. Es la tradición que pervive. Eso es la Fiesta: creencia y pueblo… y libertad para vivirla como el corazón y la razón de cada ciudadano, según su albedrío, decida.
Si todas nuestras festividades son una invitación a la armonía fraterna, el Corpus es un emblema de convivencia y unidad con una tradición de siglos, cuyo esplendor ha traspasado fronteras. Por ello, el Corpus es de todos; y, con justo merecimiento, ha sido estimada como Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Estoy convencida de que, como cada año, estos días del Corpus Christi serán un marco de renovación y refuerzo espiritual y, la vez, de asueto, de reencuentros familiares y de concordia.
Como ciudadanos propios de un lugar, nos definimos con respecto a nuestras raíces, a nuestras tradiciones y costumbres, que son un verdadero anclaje emocional de todos nosotros. Por ello, nuestras fiestas conforman una parte sustancial de nuestra identidad. Que el Corpus mantenga todo su vigor se debe, antes que nada, al compromiso y a la entrega de los toledanos. Estoy convencida de ello. Y esa es la razón por la que quiero manifestarles mi gratitud y mi complicidad.
Felicito a la Junta Pro-Corpus, que, un año más, pone de manifiesto su compromiso a través de un trabajo colectivo que resalta la belleza proverbial de la ciudad.
Animo a las toledanas y toledanos y a las numerosas personas que nos visitan a participar en las múltiples actividades que, pensando en todas las sensibilidades, el Ayuntamiento ha preparado para esta Semana Grande.
Al Corpus Christi de Toledo, fiesta emblemática, hay que venir al menos en alguna ocasión en la vida. A quienes visiten por primera vez esta maravillosa ciudad quiero decirles que me identifico con ellos por el efecto cautivador que Toledo provoca en quien lo contempla. Y también les digo que el poder de seducción de Toledo permanece inalterable. Por ello, animo a todos los no toledanos a visitarnos también en cualquier fecha del año porque, en todo tiempo, será una experiencia inolvidable.
Como regidora de la ciudad os pido a todos, vecinos y visitantes, prudencia y respeto, convivencia y tolerancia, con el fin de que todos vivamos nuestras Fiestas del Corpus Christi, en las que se entremezcla el espíritu y las sensaciones, la fe y la fantasía, la tradición y la cotidianeidad, con el civismo del que siempre ha hecho gala una ciudad con dos mil años de historia.
¡Toledanas y toledanos! ¡Vivan las Fiestas del Corpus Christi!