Si hubiera que seleccionar un mensaje del mundo de la nutrición que haya calado hondo en los últimos tiempos, ese sería que hay que evitar el aceite de palma. Cada vez hay más estudios que apuntan los peligros que los aceites refinados de origen vegetal pueden tener en la salud del consumidor por su alto contenido en grasas trans. La psicosis ha llegado a tal extremo que varias cadenas de supermercados han retirado productos ricos en ellos, en especial los que contienen aceite de palma. Las consecuencias medioambientales de la explotación de este cultivo también han puesto en alerta tanto a las grandes industrias como al conjunto de la sociedad.
Pero, ¿tiene algún beneficio el aceite de palma? Este lado positivo es el que quisieron resaltar los ponentes del taller de trabajo “Sostenibilidad y aceite de palma: ¿realmente tan lejos?” que organizaron la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible y el Grupo de Innovación Sostenible. El presidente de la asociación a cargo de la jornada, Roberto Torri, resaltó en primer lugar que la prioridad de la entidad es velar por la salud de los ciudadanos y del planeta, “pero se ha demonizado mucho el aceite de palma sin mucha base científica, y se ha puesto el foco en malas prácticas realizadas por algunos”.
Cuando se habla del cultivo de este vegetal también se pone sobre la mesa el problema de la deforestación. “Se necesita menos de la mitad de terreno para producir la misma cantidad”, defiende Torri, que añade además que el setenta por ciento de la producción mundial tiene el certificado sostenible. Del total, más del ochenta por ciento sale de Indonesia y Malasia. Inke van der Sluijs, technical manager de RSPO Europe, señaló además que el aceite de palma es “económico”, “versátil”, “tiene un alto rendimiento” y una “mayor producción”.
