Uno de los factores más valorados por los automovilistas a la hora de comprar un vehículo es la fiabilidad, pues a la larga los coches que menos pasan por el taller acaban repercutiendo notablemente de forma positiva en el bolsillo de los propietarios. Pero la mayor o menos propensión a las averías no depende únicamente del coche en cuestión, sino que su forma de conducir también puede contribuir a acortar la vida del coche.