Por José Ramón Ripoll
La música española del siglo XXI ya no está representada —como en la anterior centuria— ni por la necesidad de encontrar un sello de identidad nacional que la justifique en el mapa sonoro universal, ni por su proyecto rupturista capaz de equipararla con las vanguardias europeas, ni por el histórico deseo de ponerse al día con respecto a los nuevos lenguajes utilizados en otros países más avanzados tecnológicamente. El compositor de nuestro siglo se caracteriza por la diversidad de sus registros dentro de su propio estilo, por su carácter interdisciplinar y por la naturalidad con la que se mueve por el mundo y su historia, al margen de fronteras y barreras socioculturales.
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