Fiesta por todo lo alto en el barrio de Arnona de Jerusalén con la apertura de la Embajada de EE.UU., sangre a lo largo de la frontera de Gaza por el fuego de los francotiradores israelíes. El «día histórico» que anunció el primer ministro, Benjamin Netanyahu, se convirtió en la jornada más sangrienta en la Franja desde la guerra del verano de 2014, en la que Israel mató a 2.500 personas, la mayoría civiles, según datos de la ONU, en apenas 40 días.
El Ejército abrió fuego contra los miles de manifestantes que se acercaron a la verja en señal de protesta y al menos 58 murieron y 2.000 resultaron heridos de bala. Entre los fallecidos figuran ocho menores de 16 años, reveló el enviado palestino a Naciones Unidas, Riyad Mansour. Las alegrías a un lado del muro, son desgracias al otro en este conflicto de Oriente Próximo en el que Donald Trump aseguró que «el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén será un paso hacia la paz». Sus primeras horas, sin embargo, estuvieron marcadas por la violencia y los gazatíes fueron quienes volvieron a poner los muertos.
Los territorios palestinos conmemoran este martes la «nakba», la catástrofe que supuso para el ellos el establecimiento de Israel hace 70 años. Una jornada que estará marcada por los funerales de los caídos en Gaza y por el llamamiento a la huelga general por parte de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). En la Franja cumplen seis semanas desde el inicio de la denominada Marcha del Retorno, que reivindica el derecho de los palestinos a volver a las tierras de donde fueron expulsados en 1948.
Esta marcha tenía previsto concluir el día de la «nakba», pero debido a la inauguración de la Embajada de EE.UU. en Jerusalén los organizadores decidieron convocar una doble jornada de protesta para mostrar su enfado ante la decisión de Trump y al menos 40.000 personas se acercaron a la verja de separación, informó el ejército. Una marcha masiva en la que los manifestantes que se aventuraron hasta las proximidades de la frontera llevaban como únicas armas neumáticos para quemar, tiragomas, piedras o cócteles molotov. Pero la inmensa mayoría de los concentrados se quedaron a un distancia alejada de la verja.
Mahmud Zahar, dirigente de Hamás, prometió que «seguirán llevando a cabo las marchas hasta que consigan sus objetivos». Jalil al Haya, número dos de los islamistas, fue un paso más allá y afirmó que «la reacción natural a la muerte de gente que estaba protestando pacíficamente debería ser una intifada árabe e islámica». El calado de estos mensajes se podrá comprobar este mismo martes en el recuerdo de la «nakba».
Desde que comenzó la Marcha del Retorno han muerto en Gaza en manifestaciones e incidentes violentos junto a la frontera 90 personas y más de 10.000 han resultado heridas, lo que ha puesto al límite las capacidades de los hospitales de una Franja bajo bloqueo de Israel y Egipto desde hace un década. El ejército israelí no ha informado hasta ahora de un solo soldado herido.
La situación humanitaria es grave y los hospitales gazatíes pidieron ayuda médica de emergencia al vecino Egipto y la posibilidad de transferir heridos. El ministro de Salud en la Franja, Jawad Awad, instó a los gobiernos y las organizaciones internacionales a que paren lo que calificó de «masacre israelí contra manifestantes desarmados» e instó a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Cruz Roja y Naciones Unidas a «actuar para detener la máquina de matar israelí».
Las fuerzas israelíes respondieron «con material antidisturbios y fuego real» y actuaron «de acuerdo con los procedimientos estándar operativos» y desde primera hora lanzaron octavillas desde el aire advirtiendo a los palestinos de «no servir de instrumento a Hamás».
El ejército habla de «operación terrorrista»
El ejército, a través de las redes sociales, señaló que el grupo islamista «está encabezando una operación terrorista bajo la cobertura de las masas en toda Gaza» y aseguró disponer de información de Inteligencia que apunta a que el objetivo final de estas marchas de protesta es «perpetrar ataques terroristas, incluida una infiltración masiva» en territorio israelí. Además de abrir fuego en la frontera, la aviación israelí atacó «cinco objetivos terroristas» en la Franja a lo largo de la jornada, pero el brazo armado de los islamistas no respondió, como no lo ha hecho desde el inicio de la Marcha del Retorno el 30 de marzo.
Frente a los argumentos israelíes, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Husein, pidió que «la impactante muerte de decenas y los cientos de heridos por el fuego real de los israelíes en Gaza deben parar ya» porque «el derecho a la vida debe ser respetado». El diplomático jordano aseguró que estaba en «estado de shock» por las imágenes de la Franja y urgió a Israel a «dejar inmediatamente el uso de munición real».