En el año 2002, Sôber publicaron su cuarto álbum, «Paradÿsso», que se convirtió en número uno de las listas del país y con el que iniciaron una gira de 150 conciertos que terminó dos años después. Producido en Los Ángeles, su sonido único y sus profundas letras le hizo conseguir un Disco de Platino y convertirse en un trabajo que, 15 años después, sigue sonando en el recuerdo de sus fans.
El pasado 24 de febrero, la banda madrileña (formada por Carlos y Jorge Escobedo, Antonio Bernardini y Manu Reyes Jr.) celebró el legado de este disco uniéndose a la Orquesta Sinfónica de Cámara de Siero (OCAS) para volver a hacer sonar todos sus temas junto con otros grandes hits de la carrera musical del grupo en un gran concierto en el Palacio de Congresos de Madrid. Y ahora, el proyecto se traslada al formato disco con «La Sinfonía del Paradÿsso».
Cuando dieron aquel concierto en el Palacio de Congresos de Madrid, ¿ya tenían claro que grabarían un disco con el mismo formato?
Sí, pero sobre todo lo tuvimos claro cuando vimos la respuesta que hubo de los fans. Fue tan buena que no sólo vamos a publicar el disco, sino que estamos preparando una gira para presentarlo por toda España. Todo ha ido rodado y estamos contentísimos.
El disco ha sido grabado en estudio, no tiene material de aquel concierto, ¿verdad?
Así es. Es un disco completamente de estudio. Teníamos referentes de grandes grupos de rock y metal que han hecho lo mismo, como Metallica, KISS o Scorpions, pero en sus discos, que fueron grabados en directo, se perdía un poco la fuerza de la orquesta. Nosotros hemos querido que eso no pasara, que la orquesta estuviese muy presente, y eso sólo se podía conseguir en estudio. Nosotros grabamos toda la instrumentación de la parte estrictamente Sôber, y después fuimos a Oviedo a grabar a la OCA con una unidad móvil. Lo más complejo de todo ha sido la mezcla, al tener que mantener la perspectiva de sonido de dos partes, la del grupo y la de la orquesta.
¿Cómo fue el trabajo con la OCA?
Fuimos a Oviedo a primeros de febrero. Ellos estaban ensayando el concierto, y aprovechamos que estaban calientes para grabar. Lo hicimos todo en tres días, y como todo estaba bastante «enclaquetado», así que se podían coger partes de aquí y allá, manteniendo una orquesta natural. Ahora todo se hace con «midis» y «samples», que es mucho más sencillo pero más artificial. En nuestro caso ha sido más laborioso: imagina lo que puede tardar un músico de orquesta en afinar su instrumento, por ejemplo. Pues imagínate con cuarenta y cinco. Había veces que había repetir compases, volver atrás, etc… Como productor, puedo asegurar que ha sido muy complejo.
¿Cómo será el formato de los conciertos de esta gira?
Parecido a lo que hicimos en Madrid. Iremos a teatro y auditorios a lo mejor no tan grandes, y sobre todo estamos intentando contar con las orquestas locales, porque claro, imagina llevar a la OCA a tocar a Granada. Los costes se dispararían demasiado. Además, que cada orquesta toque con su personalidad propia también va a ser algo que seguro que enriquece el resultado. En Barcelona tocamos en el Rock Fest a las seis de la tarde, en el escenario principal donde va a tocar KISS, y lo haremos con la Orquesta Sinfónica de Barcelona.
¿Está siendo complejo el fichaje de cada orquesta en cada nueva ciudad?
Está siendo complicado, sí, pero también es cierto que las orquestas, cuando les propones hacer algo así, se vienen arriba porque les sacas de lo que hacen siempre y para ellos es salir de la rutina. Nos estamos encontrando con gente joven muy entusiasmada, a la que le motiva mucho tocar delante de audiencias diferentes a las que están acostumbrados. En las orquestas también estamos encontrando fans del grupo, lo cual es otra motivación extra.
«Cuando teníamos las canciones del disco, llegó una discográfica potente que apostó fuerte, también a nivel de pasta»
¿Cada vez hay menos proyectos de rock sinfónico en España?
Sí, apenas los hay. No es por colgarme una medalla, pero cuando le explico este proyecto a compañeros de profesión me dicen que estoy loco. Al final todo se reduce a salir o no de las zonas de confort, y a nosotros, las complicaciones nos motivan y nos agudizan el ingenio. Nos gusta salir de esa zona de confort.
¿Por qué «Paradÿsso» rompió moldes en su momento?
Yo creo que rompió moldes en muchos aspectos. Era una época en la que cadenas muy comerciales estaban pendientes del rock. Sonaba mucho Nirvana, y grupos españoles como Dover, Mägo de Oz o nosotros. El rock estaba en un momento bastante álgido, y nosotros venimos de pulir nuestro sonido en nuestros primeros discos. Cuando teníamos las canciones de «Paradÿsso» llegó una compañía potente como por entonces lo era Musii, y apostó fuerte por nosotros, incluso a nivel de pasta, para mezclar el disco en Estados Unidos e introducir algo de ese sonido de rock americano, pero cantado en castellano. Cuando la gente lo pinchaba, esperaba que la voz empezara a cantar en inglés, pero no. Eso impactó bastante. También hubo un cambio importante a nivel estético: el disco tenía más luz, en contra de la oscuridad de los primeros discos.
En la edición en CD hay tres bonus-tracks, de canciones de otros discos. ¿Por qué los eligieron?
Para que el oyente pueda ver la comparativa con los Sober de la nueva etapa, y para ver qué tal encajaban. En directo también darán un punto interesante.
¿En los conciertos se podrá escuchar algún tema que no esté en el disco?
Sí, de hecho será unos seis, porque llevamos un repertorio de diecinueve canciones. La idea es ofrecer un espectáculo con imágenes y vídeos entrelazados, en el que se haga un viaje a través de la carrera del grupo. Tenemos especial ilusión con la fecha del Rock Fest, porque no es habitual que un festival se abra a este tipo de propuestas. Va a ser muy bonito sacar a una orquesta sinfónica de los teatros y auditorios, y llevarla a un festival de rock al aire libre.