La Policía británica y los servicios de inteligencia del país habrían identificado a algunos sospechosos "clave" del envenenamiento al exespía Serguéi Skripal y su hija Yulia, según publicó hoy el diario británico "The Telegraph".
De acuerdo con ese periódico, los expertos antiterroristas creen que esas "personas de interés" están de vuelta en Rusia y consideran que la investigación, que se espera se demore durante muchos meses, ha logrado un "importante avance".
Según el diario, las autoridades han utilizado el registro de pasajeros que viajaron en el mismo avión que Yulia Skripal al Reino Unido procedentes de Rusia un día antes del ataque, que se produjo en la localidad inglesa de Salisbury el pasado 4 de marzo, para identificar a los posibles culpables.
Además, los agentes analizaron las huellas halladas en Salisbury, así como el registro de las cámaras de seguridad de la ciudad.
Ayer, fuentes del Ministerio británico de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (Defra, por sus siglas el inglés) advirtieron de que varios puntos de Salisbury podrían estar contaminados con el agente nervioso, de tipo Novichok, con el que fueron envenenados los Skripal y comenzaron las labores de descontaminación.
El exagente ruso Serguéi Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, resultaron envenenados el pasado 4 de marzo en Salisbury, un ataque que, según el Gobierno del Reino Unido, fue orquestado directamente por el presidente ruso, Vladimir Putin.
Rusia ha negado en todo momento su implicación en el caso, mientras que los aliados del Reino Unido han apoyado la tesis del Gobierno de la primera ministra británica, Theresa May.
El suceso ha disparado las tensiones entre los dos territorios, con la expulsión de cientos de diplomáticos y continuos cruces de acusaciones.
Yulia Skripal recibió el alta hospitalaria la pasada semana y se encuentra en "un lugar seguro" no especificado que le ha proporcionado el Ejecutivo británico, ante quejas de ocultación por parte de las autoridades rusas, mientras que su padre continúa ingresado en un hospital de Salisbury.
Efe