La generación que protagonizó el movimiento de Mayo de 1968 se ha mantenido fiel a sus ideales de justicia y libertad, afirman los expertos, cuando Francia se prepara para celebrar el 50º aniversario de uno de los meses más tumultuosos de su historia.
Sus conclusiones son aún más sorprendentes dado el mito que rodea a los jóvenes que protagonizaron la mayor huelga general de la historia de Francia, marcada por la confluencia entre un profundo malestar popular y aspiraciones de cambio.
Durante décadas, han sido retratados como estudiantes rebeldes, a menudo de familias acomodadas, que una vez que saborearon el poder reemplazaron sus camisas de cuello Mao con trajes hechos a medida y abandonaron rápidamente sus ideales anticapitalistas.
Se convirtieron en editores de periódicos como Serge July, cofundador del diario Libération, funcionarios de Gobierno como el exministro Bernard Kouchner o dirigentes de partidos políticos como Daniel Cohn-Bendit, alias “Dany el Rojo”.
El expresidente Nicolas Sarkozy instó en 2007 a “liquidar” los legados de aquella época, denunciando “a todos estos políticos que dan lecciones que no siguen ni ellos mismos”.
Algunos críticos acusan incluso a toda la generación de haber introducido el individualismo desenfrenado y el consumismo frenético, en resumen, una “americanización” imperdonable de la sociedad francesa.
Señalan acusadores a Cohn-Bendit así como a Alain Geismar, Romain Goupil y muchos otros exlíderes estudiantiles que se han unido detrás de Emmanuel Macron, el exbanquero a menudo considerado como el “presidente de los ricos”.
Sin embargo, los sociólogos afirman que a pesar de algunos casos conocidos, la abrumadora mayoría de los manifestantes que marcaron el movimiento de Mayo del 68 se mantienen fieles a sus ideales.
“Cuando investigamos a las personas anónimas que participaron en el movimiento, nos damos cuenta la idea de que la generación de Mayo del 68 dio la espalda a la causa es completamente falsa”, explica Julie Pagis, investigadora en el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS).
Entre las 170 familias que examinó Pagis para un libro sobre el tema, “solo una persona” viró hacia la derecha.
“Hay una gran fidelidad a la izquierda o a la extrema izquierda”, afirma la investigadora. “Más de la mitad tienen aún actividades militantes” y “muchos siguen participando regularmente a manifestaciones públicas”.
“Aún quieren, por diferentes medios, cambiar el mundo”, asegura.
Actualmente, muchos se manifiestan contra las reformas de Macron. Como recientemente en Montpellier (sur) en donde, al cierre del cortejo, una pancarta proclamaba: “No puedo correr tan rápido como el 68, pero grito más fuerte”.
El historiador Pascal Ory afirma que el espíritu de Mayo del 68 no solo se ha extendido en la galaxia de extrema izquierda y anarquista, sino que se ha prolongado a través de nuevos combates “influenciados por perspectivas libertarias” como el feminismo, el ecologismo o el antirracismo.
Para Olivier Fillieule, profesor en la universidad suiza de Lausana, la mayoría de los miembros de la generación de Mayo del 1968 pagaron un precio por su activismo político, en términos de rechazo social o disminución de las perspectivas de empleo.
“El estereotipo del estudiante de 68 que dio la espalda a sus ideales no tiene ningún fundamento” y es a menudo defendido por personas que buscan “culpar de todos los males de nuestra sociedad desde hace 50 años a un supuesto ‘pensamiento del 68’”, agrega.