Hans Asperger (1906-1980) fue el primero en definir en 1938, lo que en 1943 fue considerado autismo. En 1944, Asperger publicó un estudio exhaustivo sobre el tema (presentado a la Universidad de Viena en 1942 como su tesis postdoctoral), que encontraría reconocimiento internacional en los años ochenta con el epónimo 'síndrome de Asperger'.
En ese momento, el hecho de que Asperger hubiera pasado años fundamentales de su carrera en la Viena nazi provocó cierta controversia con respecto a sus posibles vínculos con el nacionalsocialismo y sus políticas de higiene racial. La evidencia documental fue escasa, sin embargo, y con el tiempo se afianzó una narración de Asperger como un opositor activo del nacionalsocialismo.
Un trabajo publicado hoy en Molecular Autism revela las simpatías nazis del descubridor del autismo.
Asperger logró acomodarse al régimen Nazi y fue recompensado por sus afirmaciones de lealtad con oportunidades en su carrera. Se unió a varias organizaciones afiliadas a la NSDAP (Nazi, aunque no es el propio partido), y defendió las llamadas “políticas de higiene”, legitimando esterilizaciones forzadas y, en varias ocasiones, cooperó activamente con el programa infantil 'eutanasia'.
El lenguaje que emplea para el diagnóstico de sus pacientes era a menudo muy duro (incluso en comparación con las evaluaciones escritas por el personal de la institución vienesa 'eutanasia' Spiegelgrund), desmintiendo la idea de que se trataba de proteger a los niños bajo su cuidado embelleciendo sus diagnósticos.
Lo que emerge del estudio es un papel mucho más problemático desempeñado por este pionero de la investigación del autismo. El uso futuro del epónimo debería reflejar el contexto problemático de sus orígenes en la era Nazi de Viena.