Si bien es cierto que la RAE va aceptando con el tiempo algunos germanismos, anglicismos y demás palabras extranjeras en nuestro idioma, transcritas desde la fonética castellana quedan términos que se convierten en una pesadilla a la hora de pronunciar. Hablamos de esas interminables discusiones con amigos que siempre incluyen un ¡No se dice así! seguido de una rápida búsqueda en Google para saber quién lleva razón.