El pleno de la Asamblea no sólo atrajo a un número inusualmente alto de medios de comunicación, que desbordó a la cámara autonómica y obligó a habilitar más dependencias como salas de prensa. También se formó una gran hilera de invitados a la sesión parlamentaria: la mayoría, de parte del Partido Popular.
Y es que el PP movilizó a sus cargos municipales para arropar a Cifuentes. Alguno, según pudo comprobar El Confidencial Digital, comentó que acudía a la Asamblea de Madrid no por voluntad propia, sino tras recibir la llamada del partido traslandando la consigna de que debía asistir a este pleno.
Muchos eran alcaldes como el de Majadahonda, Narciso de Foxá; la de Collado Villalba, Marilla Vargas; y el de Daganzo, Sergio Berzal. Estos alcaldes y otros dirigentes del PP, como el portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, o Regina Otaola, ex alcaldesa de Lizarza (Guipúzcoa) y rescatada para un cargo en la Comunidad de Madrid por Esperanza Aguirre, llenaron la tribuna de invitados situada sobre el hemiciclo.
Antes de entrar, en el control de acceso, todos ellos recibieron una hoja de papel, que tuvieron que firmar, en la que se les advertía de que desde la tribuna de invitados no podían realizar expresiones de aprobación y desaprobación sobre el desarrollo del pleno, ni tampoco mostrar pancartas u octavillas.
Al terminar la comparecencia de Cifuentes, muchos de estos alcaldes del PP realizar un “paseíllo” en el que fueron saludando y abrazando a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Cifuentes se paró con el primer edil de Daganzo, al que le pidió disculpas por no haber acudido a la Semana Santa que tiene cierta fama en este municipio madrileño. Lo justificó porque, según le explicó, ella y “todos en casa” habían estado enfermos, en la cama, en estos días y no había podido ir, pero sin falta acudiría el año que viene.
Si en estas páginas ya se contó hace unos días que Podemos estaba tratando de orquestar una maniobra como la que hace un año derribó a Pedro Antonio Sánchez en Murcia, cabe señalar que la respuesta del PP madrileño para defender a Cifuentes fue similar a la del ex presidente murciano.
En su momento, Sánchez se marchó, según dijo, “para salvar a la Región de Murcia del tripartito”. Utilizó ese concepto, tripartito, para amalgamar a PSOE, Podemos y Ciudadanos (el que era su socio de gobierno) y con resonancias al tripartito catalán.
Pues bien: el portavoz popular en la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio, repitió una y otra vez “tripartito” para atacar a esos tres partidos ante sus exigencias de explicaciones a Cifuentes. Ossorio tuvo una intervención a la ofensiva, sacando a relucir polémicas universitarias como la beca de Íñigo Errejón y la tesis de Pedro Sánchez, y de currículum como los de Elena Valenciano, Patxi López y distintos miembros de Ciudadanos.
Cifuentes, en su escaño, dedicó casi todo el tiempo de las intervenciones de los portavoces a repasar una y otra vez las hojas escritas de sus discursos. Apenas miró a los diputados, salvo algunas sonrisas irónicas y gestos ante algunas pullas de Gabilondo y de Aguado. Sí estuvo tomando muchas notas, hasta que el bolígrafo que utilizaba se destintó y pidió un papel a una ujier para limpiar la tinta derramada.
Nada más acabar el pleno, mientras desde el PP celebraban lo que consideraban una buena intervención de Cifuentes, el resto de partidos se posicionaba. En el PSOE madrileño, sus máximos dirigentes dejaban la decisión en una próxima reunión del grupo parlamentario y de la ejecutiva regional aunque adelantaban que "sólo queda una salida". Ángel Gabilondo era más cauto, aunque finalmente minutos después el mismo Gabilondo anunció en rueda de prensa que ya se había reunido el grupo socialista y había decidido proponer a los órganos internos del PSOE lanzar una moción de censura.
Podemos respalda esa opción de derribar a Cifuentes, pero la tercer pata de esta operación no lo tiene tan claro. El portavoz de Ciudadanos, Ignacio Aguado, anunció que su grupo iba a registrar una petición para crear una comisión de investigación sobre el caso del máster de Cifuentes.
Fuentes de Cs explicaron a ECD que esa era su apuesta, una comisión tasada en el tiempo, de uno o dos meses, para dilucidar con los protagonistas de la polémica -Cifuentes, los profesores, el personal de la universidad...- lo sucedido, y ya entonces tomar una decisión. Aunque al mismo tiempo admitían que no descartaban ninguna opción, incluida la de apoyar una moción de censura, si bien su estrategia actual pasa por esa comisión.
En el PSOE-M la propuesta de comisión de investigación no cayó demasiado bien. Fuera de micrófonos destacados dirigentes señalaban que lo veían una salida de Ciudadanos para ganar tiempo y también para no mojarse por ahora en una moción de censura.
Pero iban más allá, y argumentaban que al partido naranja no le interesaba derribar a Cifuentes: “Electoralmente les viene mejor que siga una presidenta del PP quemada”, para robar votantes al Partido Popular. Así que la estrategia de los partidos de la oposición madrileña no está del todo coordinada.
El ‘examen’ público a Cristina Cifuentes sobre las dudas que pesan sobre su máster de la URJC fue doble. Primero, ante los diputados de la Asamblea de Madrid, pero después en una rueda de prensa ante los numerosos periodistas que acudieron a la cámara.
“El pleno ha resultado bien, pero la rueda de prensa va a ir peor”, pronosticaba un miembro de la ejecutiva del PP regional, ya que en la rueda de prensa Cifuentes tuvo que responder directamente a preguntas muy concretas, muy específicas, sobre los puntos de sombra que aún existen sobre su participación en el máster.
POr su parte, desde el equipo de Cifuentes se mostraban convencidos de que esta "cacería política" no va a cejar: "Aunque aparezca el Trabajo Final de Máster, le pondrán pegar al trabajo, o dirán que falta una firma".
