¿Las multas de tráfico tienen un objetivo disuasorio o un afán recaudatorio? Es una pregunta recurrente. Lo cierto es que el volumen de dinero ingresado en las arcas públicas por las infracciones de los automovilistas invita a que esa duda se acreciente. Como dato sirva que la recaudación por radares se ha elevado un 37% en los últimos cinco años. También ayuda que algunos partidos y asociaciones de conductores hayan denunciado que los dispositivos de control no están situados en los puntos negros, sino donde la sanción es más probable. De hecho, una mayoría del 49,5% de los encuestados considera que se «caza» al automovilista más que se persuade, mientras que el 36,2% discrepa. Hay más equilibrio cuando se inquiere si las multas ayudan a bajar la siniestralidad. Entonces, el 50,5% cree que sí y el 43,6%, que no. Lo que concita un mayor acuerdo es la cuantía de las sanciones. El 65,7% piensa que son caras y sube hasta el 79,5% en el caso de los preguntados entre 35 y 54 años. Tal vez la respuesta más reveladora y la que denota también la madurez de una sociedad sea la que nos describe como un colectivo de conductores responsables en buena medida de que la recaudación se haya disparado. En este sentido, más de ocho de cada diez españoles (82,7%) considera que quienes nos ponemos al volante de los vehículos no respetamos las normas, criterio que es compartido casi por igual entre todos los segmentos de edad. La seguridad vial nos compete a todos. Las administraciones deben hacer esfuerzos por «persuadir» y concienciar, además de coercer, y los conductores, por cumplir.
