El Atlético avanza hacia los octavos de final de una competición que puede ser su asidero este curso. En el juego de pronósticos que es el fútbol, los seguidores analizan los posibles adversarios y evalúan la categoría de los contendientes en esta Europa League. El Atlético despachó en un trámite al Copenhague. Y el público expuso que no quiere un divorcio entre Simeone y Torres. Hubo empate entre ídolos.
Puede haber desencuentro en el vestuario, pero no hay cisma afectivo en la grada. Tal vez mostrase falta de tacto Simeone con un emblema del club. Tal vez Torres y su entorno no sean conscientes de que sus mejores días han pasado. Aunque la realidad es muy terca. ¿Cuántos aficionados del Atlético quitarían minutos a Diego Costa, Griezmann o incluso Gameiro para entregárselos al ídolo? La atmósfera previa lanzó una pregunta sin respuesta a la parroquia. ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? La afición del Atlético resolvió la porfía con un empate. Cantó al inicio del partido el «Ole, ole, ole, Cholo Simeone» y acto seguido, entonó el «Fernando Torres, lo, lo, lo, lo» estirando las vocales. Combate nulo en el Wanda. Es comprensible que Torres quiera jugar más y todavía más entendible que Simeone le ponga pocas veces en la alineación. Ser un símbolo no equivale a patente de corso.
Hubo centenares de hinchas daneses en el estadio madrileño, pese al marcador imposible de la ida (1-4). Seguidores vociferantes, dinámicos y, sobre todo, pudientes. El salario medio en el país nórdico es de 4.600 euros en doce pagas. Sus jugadores, sin embargo, no poseen el nivel para atentar contra un equipo que ha sido campeón en España hace poco y doble finalista de la Champions.
En el Atlético hubo casting de jugadores en situación perturbadora. Juanfran, por ejemplo, mantiene el coraje que le llevó a la selección, pero no la velocidad de movimientos. El canterano Sergi muestra la raíz de un buen jugador de futuro. Técnica, rapidez y determinación para defender. Gabi, que ha perdido algo de peso en el equipo, es un diésel sin altibajos, para lo bueno y lo malo. Vitolo está tímido: aún no ha mostrado el vértigo que de él se espera, aunque ayer dejó alguna pincelada interesante. Y Torres, está dicho, tiene mucha gente por delante como para pensar en titular.
Por sorpresa, Gaitán
En esas el partido perteneció a Gameiro (soberbio su zurdazo en el gol), y a Correa. El argentino exprimió la debilidad defensiva de los daneses para regalarse un festín de regates, fintas y juego perpendicular.
Por la pasarela del día apareció Nico Gaitán, el argentino que estaba medio desaparecido y que hizo las cosas más potables en el Atlético en la segunda mitad. Combinó, condujo y tocó con propiedad, aunque su fútbol está muy lejos de trascender.
Poco más hubo en un partido que languideció con el paso de os minutos. No marcó Torres, el destello que esperaba toda la grada, y el tramo final sirvió para despedir a Gameiro con una ovación, una de las pocas que ha recibido en su periplo colchonero.
