A todos aquellos que defienden de forma retorcida que los tribunales españoles obedecen a las órdenes del gobierno o los poderes fácticos, a todos los que consideran al Constitucional como un tribunal de excepción manipulado por el poder político, la sentencia sobre la vía Wert en la LOMCE les habrá dejado con las vergüenzas al aire. Lo cual no es impedimento para que sigan manteniendo un discurso amparado en una represión imaginaria de la post-dictadura franquista: seguirán haciéndolo por muchas evidencias que concurran y por muchos años que pasen tras esta etapa de desafío al Estado.