Cada vez más alejado de aquella oleada de malditismo y modernidad enrarecida que cultivó al frente de Claustrofobia, extraterrestres del pop que aterrizaron en la Barcelona preolímpica a bordo de artefactos como «Repulsión», Pedro Burruezo sigue mudando la piel y enriqueciendo sus raíces musicales con guiños al sufismo, reinterpretaciones de los trovadores medievales y relecturas del flamenco desde la música sefardí.
Un cambio de rumbo que le llevó a aliarse primero con la Bohemia Camerata y que ahora cristaliza en ese nuevo proyecto en el que se hace acompañar por Nur Camerata y Wafir S. Gibril. Junto a ellos regresa este fin de semana al Auditori, dentro del marco del festival Barnasants, para presentar «Dervishes & Troubadours», trabajo que publicó el año pasado y en el que alterna la música contemporánea inspirada en el sufismo y las canciones trovadorescas. Un disco en el que conviven castellano, árabe, catalán y ladino y con el que Burruezo sigue los pasos de Rumi a Ibn Arabi, San Juan de la Cruz o Santa Teresa.
Un nuevo paso al frente de un músico que, incapaz de estarse quieto, ha protagonizado en los últimos años hitos como «Autosuficiencia», espectáculo presentado en Ciutat Flamenco y en el que proponía «un camino de lo sufí a lo flamenco y de lo flamenco a lo sufí», o «Las tres vidas de Pedro Burruezo», documental que ahonda en su arte al tiempo que airea su relación con el ecologismo -es director de «The Ecologist»- y el pensamiento.