Pero si me piden coronar un récord, eligiría la reducción de la tasa de mortalidad infantil de 4,0 por cada mil nacidos vivos al concluir el 2017, la más baja alcanzada por Cuba en toda su historia; que no ha sido golpe de suerte ni búsqueda de espectacularidad para Guinness, sino fruto de un denodado y sostenido empeño de años de Revolución.