«El Chicle», J.E.A.G., no se lo pensó dos veces. Aprovechó la oscuridad de la noche para abordar a Diana Quer y, llegado el momento, para que ningún vecino la viera con él, sobradamente conocido en la zona, la metió, se supone que amordazada, en el maletero de su Alfa Romeo.
Fuentes de la investigación consultadas por LA RAZÓN han señalado que sin duda estamos ante un caso de agresión sexual y que este individuo está tratando de convencer a los agentes de que no llegó a consumar la violación ante la resistencia de la joven. Tal vez, es una hipótesis, piensa que el tiempo que el cuerpo ha permanecido sumergido en el pozo donde la tiró ha borrado cualquier rastro de ese delito, si es que lo cometió.
Con todo, actuó con una cierta precipitación ya que no le quitó el móvil a Diana desde el primer momento, lo que ha permitido establecer una coincidencia con el suyo (no con el de un tercero que se lo habría prestado, como se ha dicho) desde A Pobra de Caramiñal hasta el Viaducto de la Ria de Arousa, donde debió darse cuenta del fallo que había cometido.
El pasado día 26, cuando supuestamente intentó de nuevo una agresión sexual, lo primero que intentó quitar a la víctima fue el móvil. No quería repetir el error.
En el caso de Diana, intentó acceder al iPhone, hasta en siete ocasiones, para borrar todo rastro o retirar la placa base; y, al no conseguirlo, lo tiró a la ría. Lo que pasa es que la conexión de ambos móviles a un poste telefónico era la misma en el tiempo.
Si a esto unimos, la identificación, por los sofisticados sistemas, en los que tampoco ha faltado la infografía, de su Alfa Romeo en el lugar de los hechos a esa hora, la suma de evidencias en contra de «El Chicle» es total.
Las fuentes consultadas no han querido dar más detalles (el día 2 habrá una rueda de prensa del Delegado del Gobierno, y los coroneles jefes de la UCO y de la Comandancia de La Coruña) de lo que ocurrió hasta que el presunto raptor tiró el cuerpo de Diana al pozo de la fábrica abandonada.
