La FIFA ha enviado una carta a la Real Federación Española de Fútbol en la que muestra su preocupación por lo que considera «injerencias de Gobierno» en asuntos que sólo competen a su asociado, léase la composición de la Asamblea federativa, que el Consejo Superior de Deportes considera elegida de manera irregular; por eso ha denunciado el proceso y exige nuevas elecciones. La misiva de Gianni Infantino, presidente de la FIFA, lleva implícita una amenaza contra el fútbol español, que podría ser suspendido y eliminado de las competiciones en las que está clasificado. El caso más llamativo, el Mundial de Rusia 2018. Sería un escándalo que la Roja quedara fuera del campeonato por unos problemas exclusivamente administrativos que nada tienen que ver con lo que se dilucida sobre el terreno de juego.
No es la primera vez que la espada de la FIFA pende sobre la cabeza del fútbol español. En 2008 la amenaza fue explícita. Ángel María Villar se quejó a Joseph Blatter de que Jaime Lissavetzky (secretario de Estado para el Deporte) le perseguía –por no celebrar las elecciones en las fechas señaladas– y advirtió al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de las consecuencias: España no irá al Mundial de Suráfrica y los equipos españoles no competirán fuera de sus fronteras. Ganó Villar por goleada.
Ahora la amenaza no es tan drástica, pero sí es una seria advertencia. La FIFA había propuesto a la RFEF convocar una reunión con el ministro Íñigo Méndez de Vigo y con José Ramón Lete, presidente del CSD, para establecer inequívocamente las fronteras del fútbol que un Gobierno no puede traspasar. El Consejo recibió la petición; pero no ha establecido la fecha de la reunión, que ahora urge más que antes por la alarma social que se ha generado.
El CSD insiste en que sólo quiere que se «cumpla la Ley» y que la «transparencia» sea absoluta en la RFEF. De ahí su recurso para que haya unas nuevas elecciones... Quid de la cuestión.
La Federación mostró su malestar a la FIFA y a la UEFA por esa «interferencia». En Moscú, el primero de diciembre, aprovechando el sorteo del Mundial de Rusia, se produjo el contacto. Gianni Infantino, presidente de FIFA, y Aleksander Ceferin, de la UEFA, recibieron la información sobre la situación actual, un empantanamiento que ha de resolverse con urgencia. Cuando escucharon que el CSD reclama vía judicial nuevas elecciones, porque considera que la Asamblea precisa una regeneración, a raíz de la «operación Soule», decidió que iba a tomar medidas. Y envió una carta a la Federación que no es sino la respuesta a unas quejas. Larrea, aun en funciones, quiere agotar el mandato hasta 2020, y a Luis Manuel Rubiales, expresidente de AFE que ha presentado la moción de censura que puede convertirle en el sucesor electo de Villar, la renovación mediante urnas de la Asamblea tampoco le favorece.
Desde el 22 de mayo pasado, fecha en que Villar fue reelegido para su octavo mandato, la situación ha girado 180 grados. El 20 de julio el presidente electo ingresó en prisión; el 25, la Comisión Directiva del CSD le suspendió durante un año, como a Juan Padrón. Hay, además, un acuerdo tácito para promover la dimisión de Villar o en su defecto, una moción de censura. El 26, Larrea es nombrado presidente en funciones. Y Larrea, que tiene más enemigos que amigos en la Asamblea, empieza a pensar que no es interino. Tiende puentes. Convoca a los presidentes de las Territoriales, también a Louzán (Galicia), Fle (Aragón) y Herrera (Andalucía), los «apestados» del antiguo régimen. Da un paso hacia la normalización y uno más cuando convoca a Tebas a las reuniones de Directiva. La RFEF y LaLiga se acercan. Pero Villar no piensa dimitir. Surge Rubiales, que promueve la moción de censura.
Cuando parece que hay una salida del laberinto, el CSD reclama elecciones. Las quejas llegan a la FIFA por dos vías y muestra su estupefacción y preocupación por todo lo que está sucediendo. «No podéis estar así hasta el Mundial. ¿Cuándo se va a acabar?», pregunta; decide posicionarse y piensa que una representación suya y de la UEFA tiene que viajar a Madrid para poner orden.
Confirman a Efe desde la sede de FIFA en Zúrich que se remitió una carta a la RFEF en la que trasladaban su inquietud por la situación, y recordaban que, «de acuerdo con los Estatutos de la FIFA, todas las federaciones miembro deben administrar sus asuntos de forma independiente y asegurarse de que no se produzca ninguna injerencia por parte de terceros en sus asuntos internos». La Federación, en su comunicado, hace hincapié en este punto.
