En enero de 2017, el Real Madrid caía eliminado en la Copa del Rey contra el Celta y perdía en Liga contra el Valencia y el Sevilla. La ventaja que tenía en la clasificación con el Barcelona se redujo y los más pesimistas empezaron a recordar el 2015, cuando el equipo blanco, después de ganar el Mundialito de clubes se desplomó en enero. Nada de eso sucedió ni por asomo, porque Zidane ha cambiado todas las dinámicas, ha roto estadísticas y esta tarde quiere firmar el mejor año de la historia del conjunto blanco.
Y el mejor año de la historia del Real Madrid son palabras mayores: nunca había conseguido cinco títulos en un 12 meses naturales. Por eso en el club se tiene la sensación de que se está viviendo una época gloriosa, la más cercana a la de los finales de los 50, cuando los triunfos en la Copa de Europa cambiaron para siempre el destino del Real Madrid. «Sería un año magnífico e inolvidable para nuestra afición y para la historia del club si ganamos el Mundial. Los números están ahí y eso es imborrable», aseguraba ayer Sergio Ramos. «Es importante lo que se ha conseguido y ojalá podamos disfrutar de ello porque es señal de que se están haciendo las cosas bien», continuaba el capitán, que siempre da la cara los días antes de los grandes partidos. «Es una nueva oportunidad de reivindicarnos como campeones del mundo. Es otra final, que afrontamos con mucha ilusión y con ganas de volver a casa con un título más. Ganar el Mundial de Clubes sería cerrar un año inolvidable».
El valor del torneo que se juega hoy lo da su significado: cierra la temporada pasada y sólo acceden a él los clubes más selectos de cada continente. Lo complicado que es llegar lo convierte en importante. «Estamos aquí por ganar la Champions. Los trofeos son lo más bonito que existe en el fútbol», explicaba ayer Zidane. Fue él quien comandó en 2016 al Madrid en un año que sumó cuatro títulos. Este 2017, en teoría, tenía que haber sido de bajón, de relajación, lo que suele ocurrir en el fútbol moderno con todos los clubes, pero el Madrid repitió en Champions y quiere repetir el Mundial de clubes: «Afrontamos la final con ilusión, es la palabra que nos gusta más. Es la ilusión de traer a casa otro título. Estamos aquí para eso», decía Zizou.
Después del extraño partido contra Al Jazira, la final es la que se esperaba antes de que empezase la competición: el rival es el Gremio brasileño, un buen equipo construido por su entrenador Renato Gaucho: «El Real Madrid es el favorito, pero Gremio no vino a un picnic, no vino a un asado, vino a jugar, a luchar», decía el entrenador, que no va a cambiar su filosofía por mucho que enfrente esté un Real Madrid dispuesto a hacer historia. «Estamos creciendo y es un buen partido para demostralo», replicaba Zidane, que quiere que el equipo reafirme hoy las buenas sensaciones que dejó contra el Sevilla y la primera media hora de la semifinal. Porque el Madrid cierra hoy 2017, y sin tiempo para la nostalgia, mira al Barça.
