legan a la terraza del Excelsior como si fueran dos tortolitos. Adèle Exarchopoulos quiere fumar y ha pedido que las entrevistas se hagan al aire libre. No se despega del brazo de Matthias Schoenaerts. En modo koala se sientan en un sofá para defender «El fiel», que se ha proyectado fuera de concurso en la Mostra veneciana, y que su director, el belga Michaël R. Roskam, define como un «amour noir». Está claro quién va a llevar la voz cantante, porque a Adèle se la ve con la mirada perdida, cambiando del inglés al francés en mitad de un monosílabo, apoyando su cabeza en el brazo de macho alfa de Schoenaerts como un pajarillo escondiendo el pico debajo del ala. Es una estrategia para no abrirlo. El pico, decíamos.