La electrificación del folclore andaluz ha dado algunos de los mejores frutos de nuestra cultura musical. Desde Smash a Pata Negra o Veneno, y desde «La leyenda del tiempo» a «Omega», esta hibridación ha sido fértil y ya deberíamos considerarla parte del frontispicio de nuestra tradición. En esa genealogía hay que dedicarle un capítulo a Lagartija Nick, que junto a Enrique Morente erigieron ese monumento que fue «Omega» hace apenas 20 años. Esa actitud de revisitar el folclore es la esencia de la banda de Granada que más tarde haría otro disco magistral e incomprendido dedicado a una personalidad única de su tierra «Val del Omar», por José, inventor, artista y místico. El grupo de Antonio Arias y compañía publicó su última referencia hace seis años pero su apuesta no ha dejado de estar vigente, como han probado las últimas y recientes reediciones de sus trabajos de estudio. Ahora, recogiendo ese impulso, la formación original con Juan Codorniú, M. A. R. Pareja, Eric Jiménez y el propio Arias publican hoy «Crimen, sabotaje y creación», con inesperados frutos como unas «sevillanas jornaleras», como definen con intención provocadora «Soy de otra Andalucía».
Los hermanos Quero
«Es el disco que podría haber seguido en su momento al ‘‘Omega’’. Por su carácter aventurero, por su investigación en el folclore y por acercarse al flamenco desde una perspectiva más imaginativa», dice Arias, que explica que hay otro vértice que sostiene el trabajo, que es servir de homanaje a Jesús Arias, su hermano, periodista y colaborador del grupo fallecido en 2015. «Se emparenta con el disco que hicimos con Morente porque buscábamos que fuera iconoclasta. Así concebimos esas sevillanas, género que todo el mundo asocia con la clase alta, con los de arriba, y por eso nadie se atreve a tocarlas, pero nosotros buscábamos asaltarlas para enviar un mensaje: potenciamos la lucha jornalera», asegura Arias. La idea, por cierto, no es del todo original de los Lagartija Nick, como ellos reconocen. Es una versión de Gente de Pueblo, que ya incluían sevillanas de corte social o político en la Transición. A este grupo, los Lagartija llegaron a través de Bernardo Quero, hermano menor de los guerrilleros antifascistas de Granada que se convirtieron en un mito en su tierra por mantener en jaque a las fuerzas del orden en la infinita miseria del Albayzín de los años 40. Durante siete años, los hermanos mantuvieron en jaque a la Brigada de Investigación Criminal, a la Guardia Civil y al Ejército, moviéndose como sombras por la capital, cometiendo atracos y secuestros para financiar la resistencia. «En Granada, si mencionas a los Hermanos Quero, enseguida te dicen que eran unos bandoleros, unos forajidos o gitanos asesinos. Pero no era más que parte de la propaganda del régimen que se hizo de ellos. De esa manera, su nombre estaba asociado a esa Granada hermética o mágica de la que no se hablaba explícitamente», añade Juan Codorniú, guitarra del grupo. «Ellos hicieron la promesa de no ser nunca atrapados vivos y por eso su final fue dramático», dice Arias.
Los cuatro se suicidaron antes que terminar en la cárcel, según parece. Pero su leyenda dio lugar después a una historia terrible de represión, aislamiento y de censura de una familia pródiga en artistas flamencos, por llevar ese apellido maldito. «La familia incluso le ocultó su pasado a las siguientes generaciones», añade Arias. Su historia, contada pero cantada y poco conocida en el resto de la península, «necesitaba ser compartida. Es un acto de generosidad», dice Arias. «Empezaron a llegarnos voces y fue cuando escuchamos la vida del disco», explica. Tirando del hilo, porque Víctor Blaya Quero «El Charico», descendiente de la familia y prometedor cantaor, era amigo de Arias y también encontró su muerte prematura en 2008. El Charico era un excelente artista al que pocas veces se pudo escuchar en directo, pues sufría un tremendo pánico escénico y su voz aparece en ese tema. Jesús Arias, lorquiano e ideólogo de «Omega», recibe el homenaje de «Exilio». «Cuando le despidieron y perdió su trabajo de periodista se deprimió. Esa era su vida y se embarcó en un exilio interior. No dejaba de acudir a nosotros y para él es el tema más emotivo del disco», apunta. «Nuestro objetivo siempre ha sido el de llegar al corazón de la gente. Eso es lo que nos interesa, no hacer proselitismo, sino conmover».