«Gracias por haber venido» fue la frase de despedida que nos dirigió el taxista a modo de despedida tras acercarnos a los aledaños del Paseo de Gracia a un grupo de valencianos para sumarnos a la manifestación de Barcelona. Unas palabras que no sólo nos emocionaron sino que justificaron sobradamente nuestra adhesión a la Cataluña española, mayoritaria.
No he visitado mucho la Ciudad Condal, pero contemplar nada más bajar apearnos toda esa pléyade multicolor en rojo y amarillo infundía optimismo de cara a la resolución final. «Esto es España», «...por eso se oye este cantar, “que Viva España”» eran los primeros cánticos que corroboraban el día especial. Tanto, que mi sobrino Borja, español hasta la médula, 34 años, me confesaba: «Tío, tengo tres fechas especiales en mi vida: el día que nació mi hermana Begoñita, el 11 de julio de 2010 por el gol de Iniesta y hoy. Esto es mágico». Así son muchos jóvenes de hoy. El futuro de todos nosotros. Puro orgullo.
Un ambiente sano, familiar, de convicciones. Los gritos habituales, música, jolgorio y pasión: «Puigdemont a prisión». ¡Cómo no! personas con ingenio: «La independencia se ha acabado, qué poco que ha durado» y verdades como puños: «España no nos roba, el dinero está en Andorra».
Especial y, quizá obligada, parada ante una de las plataformas de TV3: «Todos al paro», «TV3, manipuladora», «ahora diréis que somos cinco o seis» en clara ironía al millón de concentrados. Una manifestación que no se movía. La marabunta quieta, sin caminar, sin atisbarse la cabecera.
Tras la experiencia vivida, me gustaría devolverle el saludo al taxista referido: «Gracias por haberlo podido vivir». Así es la vida.
