De cara a las elecciones catalanes del próximo 21 de diciembre nos encontramos con tres grandes incógnitas que podrían redibujar el mapa electoral actual en Cataluña. ¿El PDeCAT implosionará y habrá una escisión que reencarne los valores pactistas de la CiU anterior a 2010? Se produzca o no esta fractura, ¿habrá convencido Puigdemont a Junqueras para reeditar la coalición Junts pel Sí o se habrá impuesto el criterio del ex vicepresidente de la Generalidad de ir por separado? ¿Será capaz el bloque constitucionalista de dar un vuelco electoral y vencer al independentismo? La primera cuestión sí tiene efectos electorales, pues el votante moderado de Convergència, ahora PDeCAT, es muy pragmático y el deterioro de la economía le pone en alerta. Según datos del CEO catalán, en los últimos siete años la evolución del independentismo entre los votantes de CiU pasó de representar un tercio de su masa electoral a convertirse en dos tercios. Después del fracaso del «procés» y ante la falta de rectificación de la actual dirección del PDeCAT, hay muchas probabilidades de que baje de nuevo a un tercio el porcentaje de independentistas del PDeCAT y de que concurra una candidatura centrista catalanista dado el gran potencial de voto moderado catalanista y escarmentado de la experiencia independentista. Mientras que la segunda pregunta que nos formulamos no tendría un efecto electoral sensiblemente diferente de ir juntos o por separado. Ni tampoco en escaños. Por lo tanto lo que puede acabar con el actual mapa electoral es una posible candidatura que agrupe al centro derecha y a la derecha catalanista. Ya que daría un serio golpe a la coalición Junts pel Sí, debilitándola aún más. Incluso podemos cuantificar el número de votos que podrían ser sustraídos a JxS por una nueva CiU; 349.000 en el peor de los casos y el triple si logra captar todo el voto de CiU de 2012, que fue de 1.116.259 votos.
En cuanto a la tercera, el vuelco electoral ya es una realidad. Los constitucionalistas reúnen 1.681.000 votantes frente a 1.661.000 de los independentistas. Para que los tres partidos constitucionalistas alcancen la mayoría absoluta, 68 escaños, deberían incrementar su número de escaños en 12 sobre el sondeo del pasado lunes, y ello sólo se puede conseguir incrementando el número de votos y/o dividiendo al independentismo. Al independentismo se le gana ya en número de votos pero no en escaños. Aún superan a los constitucionalistas con 65 frente a 56. El endemoniado sistema electoral catalán permite que con menos votos el independentismo consiga mayorías parlamentarias. Que quede claro que al independentismo se le ganará en votos pero será difícil superarlo en escaños, pero no imposible. Los constitucionalistas se impondrían por 61 escaños y los independentistas quedarían con 60 únicamente si éstos perdiesen 200.000 votos más de los que le adjudica la encuesta de LA RAZÓN. Por lo que se impone la división del bloque independentista.
Pero sin confiar en la desunión de los secesionistas los partidos constitucionalistas pueden alcanzar la mayoría absoluta de 68 escaños si consiguen 300.000 votantes extra y rozan los 2 millones de votos. Hay margen para obtener esos 300.000 votos que necesitan los partidos contitucionalistas, y es movilizar a parte de la abstención crónica catalana. En la encuesta de la pasada semana se constataba que 1,6 millones de catalanes tenían intención de abstenerse. Hace dos años la abstención registrada en las elecciones autonómicas de septiembre de 2017 fue de 1,4 millones.
No es una opción para los constitucionalistas la posibilidad de ir coaligados pues son muchos años de enfrentamientos que han dejado huella en sus electorados. La bipolarización plasmada en dos gigantescas candidaturas solo beneficiaría a los independentistas que buscan el enfrentamiento cuerpo a cuerpo y el reduccionismo de la campaña a buenos y malos catalanes. La oferta variada de los constitucionalistas tiene más que ganar que perder . Mientras que en el bando independentista el 27-S obtuvieron los mismos resultados juntos que por separado.
En la encuesta de NC Report para LA RAZÓN publicada el pasado 23 de octubre se constataba el fin de la mayoría absoluta del bloque independentista, y la victoria en votos de los tres partidos constitucionalistas sobre los separatistas que cuentan con la mayoría absoluta en el actual Parlamento de Cataluña. La suma en escaños de los partidos que apoyan la secesión (ERC, PDeCAT y CUP) bajaría de los 72 actuales, conseguidos en las elecciones autonómicas de septiembre de 2015 a los 65 actuales, por lo que quedarían a 3 escaños de la mayoría absoluta, fijada en 68 diputados.
En votos bajarían del 47,8% de 2015 al 42,3% de hoy en día. Siendo superados en voto por los tres partidos constitucionalistas (Cs, PSC y PP), que pasarían del 39,1% al 42,8%. Pero el reparto de escaños por provincias está diseñado para primar el caciquismo del partido hegemónico desde 1980 en las provincias más rurales; Gerona y Lérida. Prácticamente una cuarta parte del Parlament procede de estas dos provincias que apenas representan el 15% de los catalanes. La evolución de los partidos constitucionalistas con respecto a las elecciones de 2015 es positiva en todos los casos, incluso Cataluña Si que Puede (CSQP). Mientras que por el contrario los partidos del bloque independentista retroceden en su conjunto.
Ciudadanos, fue la segunda candidatura en voto en las elecciones de septiembre de 2015, con el 17,9% y 25 escaños, solo superada por la alianza Juntos por el Sí que englobaba al PDeCAT y a ERC). Hoy volvería a ser la segunda lista más votada y lideraría las fuerzas constitucionalistas, con el 19,2% y 26 diputados. Recibe voto del PSC, PP y de JxS (ex votantes de CiU). Es el partido constitucionalista que más ha crecido.
El PSC es desde 2015 el tercer partido catalán en número de votos. Hoy con el 13,1% de los votos quedaría por detrás de ERC y Cs. Crecería 0,4 puntos. Sus escaños se incrementarían de 16 a 17. El PP es el partido constitucionalista más estable en la historia democrática autonómica iniciada en 1980. Su promedio en las once elecciones al Parlamento de Cataluña celebradas ha sido del 9,9% de los votos. Es precisamente un porcentaje muy similar al que obtendría hoy en unas elecciones autonómicas; 10,5% del votos. Subiría dos puntos con respecto al 2015 al recuperar parte del voto que cedió entonces a Cs. Sus escaños se incrementarían de 11 a 13.
En tierra de nadie se sitúa CSQP, que posiblemente concurra en las próximas elecciones con las siglas CEC, Cataluña en Común, en donde Barcelona en Comú de Colau ocuparía el sitio de Podemos en la coalición. Mejoraría su resultado de 2015 en 2,5 puntos al pasar del 8,9% al 11,4%. Sería su mejor resultados desde que en 1980, bajo las siglas del PSUC obtuvieran el 18,8% del voto.
En el bando separatista observamos caídas del 2,9 en Juntos por el Sí y del 2,6% entre la CUP. Los integrantes de JxS pasarían del 39,6% de los votos y 62 escaños a sumar el 36,7% de los votos y 59 escaños. Desglosado por partido sería así; ERC el 24,6% del voto y 41 escaños y PDeCAT el 12,1% del voto y 18 diputados. La catástrofe electoral del PDeCAT se aprecia perfectamente al recibir tan solo el 27,4% del voto de JxS de 2015, cuando en teoría prácticamente la mitad del voto era de CiU y el resto de ERC. Precisamente los republicanos obtienen el 51,1% del voto de la coalición JxS. El cambio de escenario es importante, CiU, ahora PDeCAT, cede el liderazgo nacionalista a ERC. La CUP baja del 8,2% al 5,6%. Su representación se reduce de 10 a 6 escaños. Lo que es cierto es que ya no serán necesarios en el próximo parlamento autonómico.