Nicolás Maduro entregó fusiles de asalto rusos a miembros de la "Milicia Bolivariana" días antes de su toma de posesión y busca consolidar el apoyo de estos civiles armados, quienes no cuentan con formación militar, en un contexto donde la oposición convoca a protestas tras las elecciones del 28 de febrero.
Maduro, quien se prepara para jurar un tercer mandato el 10 de enero, desestima las acusaciones de fraude electoral y reafirma su compromiso con el poder, mientras los "colectivos" chavistas patrullan las calles, generando un ambiente de miedo y represión.
La entrega de rifles Kalashnikov a la "Milicia Bolivariana" se enmarca en una estrategia de Maduro para asegurar la lealtad de estos grupos civiles. En el acto, los miembros de la milicia juraron lealtad al presidente, quien enfrenta crecientes presiones internas y externas. Este movimiento se interpreta como un intento de fortalecer su control ante la oposición, que ha llamado a movilizaciones masivas.
Los "colectivos" chavistas, grupos de civiles armados que apoyan al gobierno, han incrementado su presencia en las calles, patrullando y controlando a la población. Diosdado Cabello, ministro de Interior, ha prometido una respuesta contundente a cualquier intento de rebelión, lo que sugiere un endurecimiento de la represión contra la oposición. Este clima de miedo y control social plantea serias dudas sobre el futuro democrático de Venezuela.
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Maduro ordenó la activación de una red militar bajo el pretexto de “defensa por la paz”, en un intento por sofocar las protestas de la oposición. Esta medida se presenta en un contexto de creciente tensión política en Venezuela. Durante un reciente anuncio, Maduro presentó los “Órganos de Dirección Integral”, una nueva estructura que busca centralizar su poder en los días previos al 10 de enero, fecha en la que pretende asumir el poder mediante una proclamación ilegítima.
El régimen chavista busca consolidar su control ante el creciente desacuerdo y el descontento social. “No se equivoquen”, advirtió, dejando claro que su gobierno no tolerará manifestaciones en su contra cuando asuma el poder. Esta declaración generó preocupación entre los sectores opositores y la comunidad internacional, que ven en esta medida un intento de silenciar cualquier voz opositora.