Si había alguna duda acerca del deseo de Donald Trump de expandir el territorio estadounidense, ayer se disipó. «Los necesitamos por razones de seguridad económica», dijo el presidente electo refiriéndose a Groenlandia y al Canal de Panamá. «No me voy a comprometer a eso» (respondió cuando un periodista le preguntó en la rueda de prensa que ofreció desde su mansión de Mar-a-Lago si descartaba una acción militar para lograr sus objetivos), «podría ocurrir que tengamos que hacer algo», aseveró. Mientras Trump dejaba ver sus intenciones de adquirir la isla, su hijo mayor, Donald Trump Jr., se encontraba de visita en el territorio danés. Había dicho que se trataba de un viaje de «turismo», pero por si acaso la primera ministra del archipiélago ático Mette Frederiksen, dejó claro en una entrevista de televisión que «Groenlandia pertenece a los groenlandeses», y «no está en venta».
No fue el único asunto. Trump lleva días asegurando que recuperará el control del Canal de Panamá tan pronto como llegue a la Casa Blanca el próximo 20 de enero, pero no ha dado detalles de cómo pretende hacerlo. A la pregunta de los periodistas de si utilizará la presión económica o militar para conseguirlo solo ha contestado que «tendremos que hacer algo».
Trump se quejó ayer de nuevo del trato injusto y las altas tarifas del Canal de Panamá, que es cierto que ha aumentado debido a que la sequía extrema ha reducido el número de barcos, pero aun así siguen siendo más bajas que las que se pagan en el Mar Rojo, por ejemplo.
El republicano ha dicho también que dado que China «básicamente está tomando el control» del lugar, que los panameños le pidan al país asiático, en vez de a EE UU, los 3.000 millones de dólares que necesitan. «El Canal de Panamá se lo entregamos a Panamá no a China, y han abusado de ese regalo. Nunca debió haberse tomado esa decisión», ha dicho el futuro mandatario estadounidense criticando la decisión del recién fallecido expresidente Jimmy Carter que entregó el Canal a los panameños en 1999. «Cometió un error y creo que por eso acabó perdiendo las elecciones» de 1980. También pretende dejar su impronta política en la toponimia y ha planteado que cambiará de nombre el golfo de México, que pasará a llamarse golfo de América – «qué nombre tan bonito», ha destacado durante su comparecencia.
El presidente electo ha sido tajante en lo que se refiere a los rehenes de Medio Oriente, asegurando que «se desatará un infierno en Medio Oriente» si Hamás no los libera antes de que él regrese a la Casa Blanca. Cuando las preguntas se han vuelto más incómodas, el presidente electo, fiel a su estilo improvisado ha invitado a la tarima a su enviado especial al lugar, Steve Witkoff, que está al frente de las negociaciones para liberar a los rehenes, quien ha asegurado que todo va muy bien «gracias a la influencia de Donald Trump».
Ha sido una rueda de prensa con mensajes positivos y describiendo éxitos a veces falsos, como cuando Trump ha afirmado equivocadamente que «derrotó» a ISIS durante su primer mandato. También ha presentado la economía del país como una de las mejores, asegurando que «tenemos un nivel de inflación que nunca antes habíamos tenido», cuando en realidad ronda el 2.7%. Más enojado se ha mostrado cuando ha hecho referencia al anuncio que Joe Biden hizo el lunes sobre detener una nueva perforación de petróleo y gas en millones de kilómetros en las aguas costeras de EE UU.
Tampoco parecía estar contento con sus causas legales pendientes, que amenazan con enturbiar su nombramiento oficial que será en Washington dentro de dos semanas. Ha insultado al fiscal especial Jack Smith, que había amenazado con publicar sus investigaciones sobre las dos causas penales que ha llevado contra Donald Trump, por el mal uso de documentos clasificados y su intento de anular los resultados de las elecciones del 2020.
Sus abogados le habían pedido al Departamento de Justicia y a la jueza federal Aileen M. Cannon que impidieran la publicación del informe, y cuando Trump lo ha criticado posiblemente no supiera que en ese mismo momento la jueza Cannon acababa de anunciar que desestimaba por completo el caso contra él por considerar inconstitucional el nombramiento del fiscal especial Jack Smith.