Aquel 'malestar cultural' que Freud diagnosticara en 1930 continúa afectándonos un siglo después, en un mundo en el que la pulsión de muerte parece haberse viralizado. Si el psicoanalista habló del «sentimiento oceánico» como una sensación de ser uno con «el mundo externo como un todo» en el que hay un resto de conciencia infantil o rastro de lo indiferenciado, el océano, para una creadora como Grada Kilomba (Lisboa, 1968), es el espacio geo-bio-político de conflictos y sufrimientos que van desde el esclavismo y el colonialismo hasta las migraciones que convierten ese ámbito de diversas 'navegaciones' en inmenso cementerio. La pregunta que plantea –¿qué nos diría mañana el fondo del océano si hoy se vaciara de agua?– sirve como dispositivo...
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