Habiendo terminado 2024, ha llegado el momento de recapitular cuáles han sido las mejores y las peores inversiones durante este ejercicio.
Entre los ganadores se encuentran, en primer lugar, Bitcoin, que se ha revalorizado un notable 121% a lo largo del año; en segundo lugar, las acciones estadounidenses de tipo Growth (empresas con fuerte potencial de crecimiento), que han proporcionado ganancias del 33,1%; y, por último, el oro, que ha escalado un 26,7%.
En cambio, el farolillo rojo lo ostenta la deuda pública de alta duración de Estados Unidos, que ha experimentado pérdidas cercanas al 8,1%. A estos retrocesos también podríamos añadir la depreciación del euro frente al dólar, cifrada en un 5,5%.
¿Por qué estas divergencias tan marcadas? Oro, Bitcoin y acciones Growth pueden considerarse activos de “larga duración”: sus flujos de utilidad se concentran en el largo plazo y, por ende, son sumamente sensibles a los movimientos de los tipos de interés.
Cuando los tipos de interés caen (o se prevé que caerán), aumenta el valor presente de esos flujos futuros. Por ello, la bajada de tipos que ha acometido la Reserva Federal en 2024 y del Banco Central Europeo en 2024 ha jugado un papel determinante en el encarecimiento de estos activos.
¿Y el euro? Su debilidad frente al dólar responde justamente a que el BCE ha relajado los tipos de interés más agresivamente que la Fed, lo que hace menos atractivo mantener euros frente a dólares. La lógica es muy sencilla: si la moneda europea abona menores tipos de interés que la estadounidense, los inversores preferirán mantener sus reservas en dólares que en euros.
La gran paradoja llega cuando observamos que la deuda pública estadounidense a largo plazo se ha depreciado a pesar de las bajadas de tipos en el corto plazo.
La razón es que, si bien los tipos a corto plazo han bajado en 2024, los tipos a largo plazo han subido (desde el 3,9% a comienzos de 2024 hasta el 4,5% a finales). Todo apunta a que el mercado de bonos no confía en que la Fed vaya a seguir bajando tipos de cara al futuro, sobre todo si las políticas de Donald Trump acaban generando más inflación de la prevista.
En suma, existe un choque de expectativas: los inversores en renta variable, oro y Bitcoin sí creen en que los tipos de interés bajarán en el futuro; pero los de renta fija se muestran más escépticos.
De una manera u otra, pues, la combinación de ganadores y perdedores que hemos visto en 2024 no se repetirá en 2025: durante los próximos meses se comprobará si los tipos siguen bajando (en cuyo caso los bonos a largo se revalorizarán) o si dejan de hacerlo (en cuyo caso la bolsa, Bitcoin y en menor medida el oro tenderán a bajar).