Kennesaw, situada en el estado de Georgia, es una ciudad que, a primera vista, refleja la típica tranquilidad de las pequeñas localidades sureñas de Estados Unidos. Sin embargo, desde 1982, destaca por una peculiaridad legal: una ordenanza municipal que obliga a cada jefe de familia a poseer un arma de fuego y municiones.
Esta normativa, que exime a personas con discapacidades físicas o mentales, antecedentes penales o creencias religiosas contrarias, ha suscitado debates sobre su efectividad y propósito. Mientras algunos residentes la consideran un símbolo de seguridad y autodeterminación, otros la ven como una medida obsoleta o meramente simbólica.
La ordenanza fue aprobada en 1982 como respuesta a la decisión de Morton Grove, Illinois, de prohibir la posesión de armas de fuego. Kennesaw adoptó la postura opuesta, exigiendo a sus ciudadanos adultos la tenencia de armas. Según el alcalde Derek Easterling, la ley busca garantizar la seguridad y el bienestar de los habitantes, aunque no se han registrado arrestos por su incumplimiento.
En 1983, se introdujeron enmiendas que excluyen de esta obligación a quienes se oponen firmemente a la posesión de armas, no pueden costearlas o no están en condiciones de poseerlas por motivos de salud.
Los defensores de la ley argumentan que ha contribuido a mantener bajos índices de criminalidad en Kennesaw. Datos del Departamento de Policía local indican que en 2023 no se registraron homicidios, aunque sí dos suicidios con armas de fuego. Residentes como Blake Weatherby sostienen que la actitud hacia las armas disuade a posibles delincuentes, fomentando una cultura de autoprotección comunitaria.
Sin embargo, es importante considerar que, a nivel nacional, Estados Unidos enfrenta desafíos significativos relacionados con la violencia armada. En 2021, las muertes por armas de fuego alcanzaron un máximo histórico, siendo la principal causa de fallecimiento entre niños y adolescentes de 1 a 19 años.
La ley de Kennesaw genera opiniones divididas entre sus habitantes. Para algunos, es motivo de orgullo y representa un compromiso con la cultura de las armas y la autodeterminación. Para otros, es una reliquia del pasado que debería revisarse. Pat Ferris, exmiembro del consejo municipal, señala que la ordenanza se creó más como una declaración política que como una medida práctica. A pesar de su existencia, muchos residentes desconocen la ley o no la consideran relevante en su vida cotidiana.
En el contexto más amplio de Estados Unidos, las leyes sobre la posesión y portación de armas varían significativamente entre estados. Mientras algunos imponen restricciones estrictas, otros adoptan enfoques más permisivos, reflejando la diversidad de opiniones sobre el derecho a portar armas y la seguridad pública.
